Ámame 16

Fic TOLL de lyra

Capítulo 16

Lucía el sol en esa triste mañana. Todos iban vestidos de riguroso luto mientras daban el último adiós a Lilith Trümper. De pies ante la tumba de su madre, Bill se secaba la lágrima que resbalaba por su mejilla. Sentía a Tom cogiéndole con firmeza de la mano donde lucía el anillo que le había regalado. Detrás de ellos estaban Natalie y Andreas, y no había nadie más. A lo lejos había un par de curiosos, pero nadie a quien Bill quisiera tener a su lado en ese triste momento. Jamás recibió el apoyo del pueblo cuando más lo necesitaba y no iba a ser distinto en esos momentos.

El servicio terminó y tras dejar a su madre en manos de los enterradores, alzó la mirada y vio a David bajo un árbol. Le vio levantar la mano y despedirse de él, girándose y volviendo por donde había venido.

—Bill—le llamó Tom en voz baja.

Se volvió y miró hacia donde le señalaba. A escasos metros estaban Georg y Gustav, sin saber si acercarse o esperar a que fueran hacia ellos.

—Yo me encargo—murmuró Tom soltándole la mano.

Le dejó al cargo de Andreas y se acercó a sus ex amigos de la infancia.

—Chicos—saludó metiéndose las manos en la cazadora de cuero que llevaba.

—Hemos venido a…ver que tal está Bill—habló Georg por los dos.

—Sobrevivirá, es muy fuerte—dijo Tom con firmeza.

—Jamás pensamos que hubiera sido su padre—intervino Gustav suspirando.

—Bueno, siempre se sospechó de él—apuntó Georg murmurando.

Tom se le quedó mirando sin saber que decir. Era verdad, el padre de Bill fue el principal sospechoso y el saber que su madre le había pagado para que se fuera del pueblo confirmaba que ella también así lo creía.

—Sé que no es un buen momento pero… ¿por qué no nos reunimos por lo viejos tiempos?—preguntó Georg de repente—Hemos pasado mucho y nos hemos distanciado. Podíamos hacer las paces, enterrar el pasado.

—Me parece una buena idea—dijo Tom asintiendo.

— ¿Vendrá Andreas?—preguntó Gustav resoplando.

—Vamos Gus, no es culpa tuya que tu mujer fuera una golfa—dijo Georg sin cortarse un pelo.

—Lo siento, pero yo no voy—se negó Gustav en redondo—Tom, dile a Bill que lo siento mucho y que me pasaré por su casa un día de estos.

—De acuerdo Gus, ven cuando quieras—dijo Tom tendiéndole una mano, que Gustav estrechó—Pero ven a mi casa, nos mudaremos allí en un par de días.

—Al final le has conseguido—dijo Georg dándole una palmada en la espalda—Y yo que pensaba que todo terminaría cuando te lo llevaras a la cama…

— ¿De verdad quieres recordar los viejos tiempos con este payaso?—preguntó Gustav sin cortarse tampoco.

Tom resopló como respuesta, empezaba a arrepentirse de haber aceptado. Se despidió de sus amigos y regresó al lado de Bill, que charlaba en voz baja con Natalie.

—Deja todo en mis manos, yo me haré cargo de la tienda—dijo Natalie con firmeza.

—Quería ir esta tarde a ponerla en orden, pasado mañana vendrán de Berlín a verla y está todo manga por hombro—murmuró Bill resoplando.

—Esta misma tarde me paso y te ayudo a limpiar o lo que sea—se ofreció Natalie con firmeza.

—A eso de las 5, antes quiero…quiero ir a ver a Charlie—dijo Bill carraspeando.

—Podíamos ir todos…

Se volvieron a escuchar esa voz, nadie se esperaba que Georg se les hubiera unido y menos Tom. Pensaba que se había ido con Gustav y no que le había seguido hasta donde le esperaban Bill y los demás.

—Bueno, era solo…una idea—murmuró Georg carraspeando al ver sus miradas—Siento haberos interrumpido, Tom nos vemos otro día.

Dio media vuelta antes de que nadie dijera nada por impedirlo, aunque tampoco se lo esperaba. En esos 10 años se habían estado ignorando a pesar de vivir a escasos metros los unos de los otros, no iban a cambiar las cosas de la noche a la mañana solo porque se había resuelto un asesinato…

—Parecía muy afectado—comentó Natalie en voz baja.

—Le hemos dado la espalda—dijo Andreas resoplando—Siempre nos burlamos de él cuando éramos niños y cuando crecimos…

—Cada uno siguió su vida sin importarle nada más—dijo Tom terminando por él la frase—Iré a por él, le diré que esta tarde nos vemos en la tienda y planeamos una cena.

Todos asintieron de acuerdo, incluso Bill. Salieron del cementerio y cada uno tiró para su casa en silencio.

—Sigues con la idea de ir a ver a Charlie, ¿verdad?—preguntó Tom cuando salieron del coche.

—Si—contestó Bill con firmeza—Y me gustaría ir solo, si no te importa.

Tom le miró reacio a dejarle, pero…tras la muerte de su padre estaba a salvo y no había nada ni nadie dispuesto a hacerle daño.

—Adelántate, yo iré a casa a por unas rosas y nos vemos en media hora—dijo Tom como respuesta—De paso, llamaré a Georg y le diré lo de esta tarde.

Bill asintió y se despidió de él con un beso en los labios. Vio como entraba en el coche y partía rumbo hacia su casa, tomando él la dirección contraria. Caminó con paso lento, recreándose en el paisaje. No había cambiado nada en esos 10 años, estaba todo tal y como lo recordaba. Los árboles le seguían pareciendo igual de altos, sonrió al recordar la de veces que se había subido a ellos siendo un niño siguiendo a Charlie, que al ver que le costaba paraba y le tendía una mano para ayudarle.

Suspiró resignado, él no pudo ayudarle…

.

Llegó al claro donde se erigía su estatua. En una de sus manos llevaba un ramillete de flores hecho con las que vio por el campo. Sabía que las rosas rojas eran las favoritas de Charlie, pero a él le gustaban las silvestres y cogió unas cuantas para su amigo.

Arrugó la frente, delante de la estatua alguien había encendido una hoguera y a un lado había una serie de palos afilados, preparados para poner al fuego los marsmallows que había en una bolsa al lado.

Miró a ambos lados, pero no vio a nadie. Solo se le ocurría una persona que hubiera preparado todo eso, recreando esa cita que tuvo con Charlie y a la cual no pudo asistir.

— ¿Tom?—llamó en voz alta.

—No, no soy Tom—contestó una voz a su espalda.

Otra voz de alarma saltó en su interior, sentía la necesidad de echar a correr pero el miedo le paralizó y no pudo hacer nada más que dejar caer las flores que llevaba y separar los temblorosos labios.

—Fuiste tú…—susurró muy asustado.

.

Llegó a casa justo a tiempo de ver como sus padres terminaban de meter el equipaje que se llevarían. Suspiró saliendo del coche, no le gustaba la idea de «echarlos» de su propia casa, pero…

—Mamá, papá—les llamó cuando llegó a su altura.

— ¿Qué tal ha ido el entierro? ¿Y Bill?—preguntó su padre.

—Todo terminó—contestó Tom, preguntándose cuantas veces había dicho ya esa frase—Y Bill…ha ido a ver a Charlie.

—Ya—murmuró Simone carraspeando.

—No vamos ya, hijo—intervino Jörg antes de que su mujer dijera nada más—Dile a Bill…que lo sentimos mucho, y que esperemos que sea feliz a tu lado.

—Lo haré—prometió Tom.

Se despidió de su padre estrechándole la mano y a su madre le dio un casto beso en la mejilla, recibiendo una caricia en la suya antes de alejarse.

—No te encierres en el trabajo—dijo Simone para su sorpresa—Come bien, y…haz feliz a tu…a tu pareja.

Asintió con la cabeza, sabía lo mucho que le había costado a su madre decir esas palabras y se lo agradecía con toda su alma.

Esperó a que entraran en el coche y se despidió de ellos deseándoles un buen viaje. Entró entonces en la que ya era su casa y lo primero que hizo fue ir a por unas tijeras. Salió al jardín y cortó una docena de rosas blancas. Entró de nuevo en la casa y las estaba preparando en un ramo cuando llamaron a la puerta y fue a ver quién era.

— ¡David!—exclamó sorprendido dejándole pasar— ¿Qué haces aquí?

—Me acaban de dar el informe del caso—explicó David mirándole con la frente arrugada—El arma que mató a Lilith Trümper no es la misma que la que Gordon llevaba cuando murió, denunciaron su robo a 30 kilómetros de aquí casi a la misma hora que Lilith muriera. Es imposible que Gordon estuviera en dos sitios a la vez…

—Se habrán equivocado los del laboratorio—dijo Tom sin mucha convicción.

—Mira, si Gordon Trümper no mató a su mujer, el que lo hizo está ahí fuera. ¿Dónde está Bill?—preguntó David poniéndose muy nervioso.

—Está…con Charlie—contestó Tom al tiempo que le sonaba el móvil.

Lo sacó del bolsillo de su pantalón, arrugando la frente al ver quien le llamaba…

— ¿Natalie?—preguntó descolgando.

— ¿Dónde estáis?—preguntó Natalie a su vez.

— ¿Qué pasa?—preguntó Tom a su vez.

—Ya veo que nada, recibí una llamada diciéndome que habían entrado a robar en la tienda y aquí estoy con Andreas, pero tranquilo que no ha pasado nada.

— ¿Quién te llamó?—preguntó Tom cada vez más asustado.

—Pues…no lo sé, no me dijo su nombre ni reconocí la voz—contestó Natalie carraspeando.

No tuvo que decir nada más, Tom se puso en marcha seguido de David. Dejó caer al suelo el móvil junto con las rosas que llevaba en las manos, quedando todo esparcido sobre el suelo de mármol de la entrada.

Bill estaba solo, y muy cerca de él había un asesino…

Continúa…

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por lyra

Escritora del Fandom

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