
Fic Twc de Lyra_acuario
Capitulo 2: No mas viajes en «El trencito de la felicidad»
La gente dice que estoy loco al hacer lo que hago.
Bien, me han dado toda clase de advertencias
Para salvarme de la ruina.
Cuando digo que me encuentro bien
Ellos me miran un poco raro.
“Seguramente no eres feliz ahora que no juegas mas el juego”
Las manos de Tom cerraron el paso de Bill. El menor estaba recostado contra la pared, y su hermano frente a él. Ambas manos estaban a los costados de su rostro y sus ojos se conectaban momentáneamente. Tom tenía el seño fruncido, mientras Bill tenía una sonrisa tonta.
—¿Qué mierda te pasa?
Bill soltó una risa. El mayor apretó los dientes, y llevo su mano al mentón del moreno. Lo obligo a que Bill le mirara. —¿estás drogado?
El menor sacudió la cabeza, llevando su mano hasta la muñeca de Tom y apartándose. Tom no le dejo ir, volvió a jalarlo del antebrazo y Bill gimió cuando su espalda toco la pared con fuerza.
—¡que mierdas te pasa¡— Jadeo. Tom sabía que era cuestión de segundos para que llorara. Bill torció los ojos y trato de enfocar a su hermano.
—Too…m…
—¿Por qué haces esto, joder?— La voz del mayor era ahogada. —Tú no eres así… tú….
—No… No te muevas. Si. Ahí, te enfoco.— Bill se rio. El mayor sintió unos ruidos a lo lejos provenientes del ascensor, estaban en la mitad del pasillo. Directo a su habitación. —¿desde cuándo?
—Joder… Toomass… ¿Por qué estas llorando?— Bill balbuceaba.
—No estoy llorando.— Negó el mayor. Se separo y asió la muñeca de Bill. Tironeo de él haciéndolo traspillar. Bill jadeo y Tom bajo la tarjeta. Ambos entraron a la habitación, el moreno se resbalo y cayó de rodillas al suelo. Comenzó a reírse.
—Me caí.
Tom torció los ojos y echo seguro. Paso al lado de su hermano y ni lo ayudo. —Creo que… ¿yo tengo lentes de contacto?
El mayor vació sus bolsillos sobre la mesa, y luego tironeo de su camisa con fuerza. Estaba furioso. —¿no recuerdas?
—Entonces tengo.— dijo Bill con aire pensativo. Se había echado hacia atrás, sentándose y recargándose contra la pared. Tom le vio desde arriba y se sintió peor.
—¿desde cuándo, Bill?
—¿desde cuándo que, Bill?
Tom arrugo la frente. —Tú eres Bill.
—¿Yo soy Bill?????
El guitarrista apretó sus dientes. Jalo una silla y la coloco frente a su menor. Se sentó, con sus codos sobre sus rodillas. Tom recargo su mentón en sus dedos entrelazados. —Tú eres Bill. Mi hermano, un jodido drogadicto.
—Mierda.— dijo el menor ante la verdad. —¿Tom se volvió drogadicto?
—¡Tú eres Bill!
—¡Tu eres Bill!— Le imito.
Tom estaba empezando a exasperarse. —¿Quién te ha dado…?
—Yap.— Bill le hizo un ademan de que se callara. —¿escuchas eso?
Tom tomo aire. —¿escuchar qué?
—Nah. Creí que era otra cosa, es mi corazón.— Se rio, como si hubiese dicho el mejor chiste de toda su vida. Tom jadeo frustrado.
—¿fue desde hace dos semanas?
Bill ladeo la cabeza y lo vio pensativo. —¿dos semanas qué?
—¡Estamos en Berlín desde hace dos jodidas semanas!— recordó. —Y tu…—Inhalo. —Fuiste a un club, te fuiste solo.— soltó resentido el mayor.
La verdad, el había creído que tenía tiempo con el menor. Pero no fue así, al día siguiente, cuando partieron a Berlín. Bill se mostro distante y cuando llegaron, lo primero que hizo fue ir a club. Todos los días. Tom no supo controlarlo.
—Soy un idiota.
—Bill es un idiota.
Tom no se sentía de ánimos para llevarle la contraria a su hermano. Relamió sus labios y sintió el sabor salado. —Joder.
El mayor estaba llorando. Bill pareció tener un momento de lucidez. —¿Billa?
—Joder. Joder. Joder.— murmuro el mayor.
La gente dice que soy un holgazán
Al llevar mi vida entre sueños.
Bien, me han dado toda clase de consejos
Diseñados para «alumbrarme».
Bueno, yo les digo que hago bien
Al mirar las sombras en el muro.
«No pierdas el gran tiempo, muchacho
No siempre serás fuerte».
Bill se acerco a Tom, quedando de rodillas frente a él. Jalo de sus manos y obligo al mayor a verle. De repente la habitación se había hecho más fría. O quizás era imaginaciones de ambos. Bill acerco su cara al mayor y sus ojos se cruzaron. Ambos ojos eran dos esferas brillantes. Una por las lágrimas, otra por la dosis de cannabis sativa. El menor trago con fuerza y deslizo sus pulgares por debajo de los ojos. Tom no pudo hablar.
Solo estoy parado aquí
Mirando las ruedas girar y girar.
Realmente me encanta ver sus giros.
No mas viajes en el «Trenecito de la felicidad».
Es solo que yo ya lo deje ir.
—¿Por qué estás haciendo esto? ¿Es que no ves el daño que haces?
Bill se mordió el labio inferior. De repente hablar le costaba.
—¿es que no escuchas lo que digo?
Tom pasó la palma de su mano sobre su nariz. Sorbiendo y sintiéndose débil. Bill bajo sus manos, llegando hasta sus hombros desnudos. El moreno sabía que había hecho algo mal, pero no se podía concentrar. Quería decir muchas cosas, pero su lengua a penas y decía cuatro palabras seguidas.
—No llores.
—Lloro por ti.— Le acuso el mayor. Bill se tenso y coloco sus manos sobre las del mayor.
—¿por mi?
Tom no sabía si golpearlo. —No quiero que salgas mas, no quiero que veas a nadie.— Tomo aire. —¡solo devuélveme a mi hermano!
Bill abrió su boca pero no supo que decir. —Estoy aquí.
—No.
—Yo… estoy aquí.
—Tú no eres mi hermano.— siseo y bajo sus manos. Bill sintió la distancia, de repente comenzaba a darse cuenta de que él no era Tom.
—Yo soy Bill.
—Cállate.— ordeno y se froto las sienes. —No vale ni hablar contigo.
Bill lo miro dolido.
—Eres un idiota… un cabrón, un estúpido… si, eres todo…. Bill tu eres lo peor.— El menor se sentía cada vez más pequeño. —Lo tienes todo y lo botas por la borda… está bien, lo admito, eres vacío.
El menor sintió que los ojos le picaban. Cuando Tom le vio a punto de llorar se mordió la lengua. Sabía que era cruel, pero necesitaba que su hermano entendiese. —¿querías un poco de vida? Pues mírate, te ves mierda, la droga te acaba.
—Yo…
—¿y yo?— dijo. —¿no se suponía que era lo más importante? ¡Creí que mi amor era lo único que tenias! ¡Ahora prefieres unos granos de esa basura a…
—¡cállate!— grito el vocalista. Respirando entrecortado. Las lágrimas comenzaron a azotar. —Cállate… tu no entiendes.
Tom se quedo callado. Apretó sus puños. —No te entiendo. Y no lo quiero hacer.
El mayor se fue a levantar, pero Bill lo hizo más rápido. Sus manos rodearon su cabello y cuando Tom se dio cuenta, el menor lo estaba besando. Sus ojos se abrieron como platos. Tom llevo sus manos hasta los hombros del moreno y lo echo para atrás. Bill golpeo contra la pared, soltando un quejido.
No pasaron ni dos segundos cuando Tom dio una zancada y llego hasta él, apretando sus labios con desesperación. Bill gimió y el mayor se coló dentro de él. Ambos comenzaron a besarse con desesperación y frustración. Sus lenguas ensartándose en una batalla de titanes.
El mayor logro colar una pierna entre los muslos de menor, haciendo que la erección de Bill chocase contra su cadera. Bill gimió, mientras sentía la lengua de Tom recorrerle todo hasta la campanilla. Sus manos bajaron desde los hombros, hasta la cintura del mayor. Haciéndolo estremecerse y deleitándose de que estuviese sin camisa.
Tom mordió con fuerza a Bill, haciendo que este emitiera un pequeño chillido. Cuando se separaron ambos ojos estaban rojos e chiquitos. Ninguno supo que decir.
La gente hace preguntas;
Se pierde en la confusión
Bien, yo les digo «No hay problema.
Solo soluciones»
Bueno, ellos sacuden sus cabezas
Y me miran como si hubiese perdido la razón.
Yo les digo «No hay prisa.
Solo estoy parado aquí haciendo tiempo»
—Sabes salado.— dijo Bill. Pero sabía que eso era por las lágrimas. —¿estás enojado conmigo?
Tom arrugo la frente. La distancia no había cedido y sus alientos chocaban como las palabras. —Sí, estoy enojado contigo Billa.
El menor arrugo la nariz. —No me llamas Billa cuando estas enojado.
—Bill.— se corrigió, Tom había bajado sus manos hasta la cintura del menor. Le picaban las manos por colarse por debajo.
—Tampoco me llamas Bill cuando estás molesto.— dijo. —Me dices gillipollaz.
Tom suspiro. Bill se estremeció con su aliento. —No puedo enfadarme contigo.
El mayor subió su mano, lentamente, por debajo de la camisa, acariciando la columna de Bill. El moreno tembló violentamente. Tom se pego aun mas, escondiendo su rostro en el cuello de su hermano. Exhalo y pego su boca contra su piel. El corazón latía con demasiada fuerza. —Me voy a morir.
—No puedes.— dijo el mayor. El moreno gimoteo, apretándose contra los costados.
—Voy a sufrir un paro cardiaco.— A Bill le dolía el corazón. Tom levanto el rostro y lo vio. —Y no es por la droga, Tomi.
—¿vas a dejarla?— Tom no lo había preguntado. Pero Bill lo tomo así.
—Sí.
Su corazón se ancho. Tom volvía a llorar, pero era de felicidad. —Gracias.
El menor meneo su cabeza. —No lo hago… por ti.
Pasaron unos minutos de absoluto silencio. Sobre la mesa, el celular de Tom vibro. Bill arrugo la frente. Exhalo con fuerza y movió su cadera, dándole un débil empujón a su hermano. Tom se extraño por la actitud, Bill intentaba mantener la distancia. Se separo, Bill le tuvo por los hombros.
—¿Por qué?
Al moreno le costó hablar, cuando lo hizo, fue con voz ahogada. —Perdona.
—¿Qué?
—Me deje… me deje llevar.
Tom le vio dolido. A él le había gustado el beso. Creyó que el beso era el cambio. Bill apretó sus hombros, Tom sintió sus uñas. —Me gustas.
Bill arrugo la frente ante la declaración. —No Tomi, no te gusto. Soy tu hermano.
—Sabes que ser tu hermano me importa una mierda.— susurro. —te lo dije, no se trata de si está bien o si está mal. Yo… simplemente, tengo estos sentimientos.
Bill admitió para sus adentros que estaba sorprendido. Tom no era romántico, pero para él, esa había sido la mejor declaración del mundo. Sonrió.
—¿es ella?
Los ojos de Tom se abrieron. Aunque Bill se sentía calientito cerca de su hermano. El calor del beso se había evaporado. —¿Te hace feliz?
—No sé de quién me estás hablando.
Bill le miro serio. De repente se sentía tan mal. Había descubierto que aun podía creer en el amor. Que Tom era todo. La luz, la oscuridad, el dolor, el amor, el placer y la soledad. Lo miro con despecho.
—Leí… yo, sé que no… lo siento.— Bill suspiro. —Leí tus mensajes.
Tom abrió su boca. —Vi tus mensajes. Ese día, cuando hablaste… en la habitación Tomi.— Bill meneo la cabeza. —Dije: vaya, Tom está enamorado.
—Bill yo…
—Porque tú no eres romántico, ni crees en el amor.— dijo Bill con nostalgia. —Yo aprendí de ti, aprendí a no creer… y cuando pensé que éramos iguales… gemelos como somos… joder, Tomi, tu ya amabas a alguien.
—Yo no la amo a ella.— Las palabras salieron atropelladamente. Tom había dejado caer los brazos a sus costados. Bill golpeo la parte de atrás de su cabeza, contra la pared. Seguidas veces. Una, dos, tres y tres, dos y una.
—Pero eres un poco cabezota… y no te das…
—¡yo no le amo!— jadeo. Su voz se distorsiono entre las paredes. —Joder. Yo. Si. Bueno, si he estado saliendo… Bill, me conoces… siempre salgo… siempre te lo dije, mis relaciones no duran.— Tom hablaba entrecortado. Pensaba que por un malentendido iba a perder su oportunidad. —Y conocí a alguien… hable…— dijo en pasado.
Bill lo miró fijo.
—Hablo con ella.— corrigió al presente.
El moreno sonrió. El empujón en los hombros del mayor no se hizo esperar. Bill camino hasta la cama. —Pero ella es nada.
—¿nada?— repitió. Bill sentía que le dolía la garganta. Eso era malo, el era vocalista. Jadeo. Volvió hacia la mesa y se sirvió un vaso con agua.
—Ella… es solo…— Tom no quería decir del montón. No quería. Pero eso era. Tom tenía una conquista favorita en cada estado, por eso él era superficial. —Ella es un poco…
Pero Tom no le podía dar palabras a ella. Habían salido varias veces, a Tom le gustaba, era bonita y el sexo duro. Pero entonces, choco ese día con Bill. Se dio cuenta de esa palabra de cuatro letras. Y su corazón empezó a fantasear en las oportunidades. Bill era su alma gemela. Dios. Habían compartido el útero. Para Tom, Bill era suyo.
—La usé.
Tom sabía que eso era bajo. Pero tenía que ir con la verdad. El quería a Bill, y cuando pensó en que tenía oportunidad, pensó en usarla para darle celos. Pero las drogas jugaron sus jugadas y él no tuvo que usar su estrategia. Por el contrario se hizo ligeramente su amigo.
Esa clase de amistad, que por el sexo siempre acababa mal.
Bill negó con la cabeza. Cada vez, creer en el amor era la peor opción. Sus manos se dirigieron al móvil de Tom. Y aunque el mayor quiso arrebatárselo de la mano, supo que era mala idea.
¿Estás despierto? ¡Estoy en Berlín! ¿Nos vemos?
Bill sonrió con melancolía. Y tecleo un “si”
No supo ni porque lo hizo. Pero tomo aire y miro a su hermano. Aquella sonrisa, que había ensayado tanto ante las cámaras. Fue la primera que le costó tanto. Tom le miro fijamente. —Ve.
Tom agitó la cabeza. No podía creer que Bill le pidiera eso.
—Tomi. Tu y yo… vale, no podemos.— dijo, dejando escapar un suspiro. —Somos hermanos. Tú eres… Dios.
Bill no era creyente en lo absoluto.
—¿sigues drogado?
—Te lo digo lúcido.
—Los efectos no se pasan así como así.— añadió. Bill meneo con la cabeza.
—Aun me siento un poco mal. Estoy cansado. Mi cabeza da vueltas. Lo más probable es que vomite y…
—Me quedare contigo.
—Quiero estar solo.
—Dime que no me quieres y me iré.
Bill le sonrió. —Te amo.
—Bien. Yo también ¿Cuál es el problema?
—Que debo resistir.— dijo. —Eres… esto estaría mal. Con el tiempo, nos haría daño.
Tom arrugo la frente. Odiaba que Bill fuese tan terco. —No está mal. El amor nunca está mal.
—Tom.— el mayor le miro. —Esto no es amor.
El guitarrista se sintió dolido. —¿Qué es?
—Eres mi hermano, mi jodido y hermoso hermano.— susurro. —Nada lo que haga o dejes de hacer… nada Tomi, puede cambiar este sentimiento.
—Eso es amor.
—Yo no admitiré que es amor.— dijo. —Pero si es lo suficientemente fuerte, para darme esta voluntad.
—¿voluntad para qué?— Jadeo molesto.
Bill le esquivo la mirada. —Para decirte no.
Solo estoy parado aquí
Mirando las ruedas girar y girar.
Realmente me encanta ver sus giros.
No mas viajes en «El trencito de la felicidad»
Es solo que ya lo deje ir.
Es solo que ya lo deje ir.
Es solo que ya lo deje ir.
Continúa…
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