
Fic TOLL de Nathaly Kaulitz
Capítulo 7
Anotó los pedidos de las personas y se dirigió donde la barra para traer los cafés.
— Que agotador—Susurró, pasando una de sus manos en su rostro. — Me hubiera enfermado, así estaría descansando y la licencia me la pagarían completa… Jodida suerte que tengo
«Vaya que se notó su sarcasmo.»
Colocó en la bandeja los cafés y los pasteles para entregarlo. Otra vez se dirigió donde una mesa y esperó a que las personas pidieran «malditos par de lentejas» pensó por esa pareja que se demoraba en ordenar.
Sus ojos observaron a través del vidrio, sí faltaba poco para que el sol se ocultará. Sus orbes se movieron a la vereda de enfrente y vio a un hombre, no un chico «¿Nick?». Se tensó y nuevamente bajo la vista para escribir el pedido de esas personas.
Con rapidez se dirigió a la máquina y comenzó a usarla.
— ¿Qué está haciendo aquí?….— Susurro Bill para si mismo.
Nuevamente giró y vio como aquel joven continuaba en la misma posición —«le advertí que no se me acercará, no obstante, debí suponer que él no cumpliría su palabra».
El sonido de la puerta lo alertó, de inmediato se alegró al ver a Tom, pero, ¿desde cuándo estaba feliz por verlo?. Dejó los vasos donde las personas, sacó su libreta y fue donde Tom.
— Qué deseas para comer?.— Pregunto estando frente a el, y se estremeció al sentir la mirada del mayor recorrer su cuerpo.
— No creo que te encuentres en el menú, por qué solo es a ti a quien quiero.— Soltó Tom viendo cómo el joven se sonrojaba y a la vez hacia una mueca.— Te espero hasta que termines de trabajar…
— Esta mesa… — Le interrumpió.— La puede ocupar un futuro cliente.— Exclamó.— así que como no vas a ordenar nada, es mejor que te retires. — Terminó el pelinegro con una sonrisa en sus labios.
Tom cambio su sonrisa a una expresión seria, tomó el menú y lo leyó.— <<Niño caprichoso pero astuto».— pensó.
— Un capuchino de menta doble y un pedazo de torta de merengue.
Bill no desperdicio el papel en escribir. Con rapidez se dirigió a la vitrina y comenzó a trabajar en el pedido del señor Trümper.
— Que jodido estoy, ¿por qué me están acosando? si yo no tengo nada de bueno.
Avanzó hacia Tom y dejo las dos cosas con la finalidad de volver a la vitrina y esperar.
— ¿El azúcar?.— La voz del mayor lo freno.
— El capuchino de menta no necesita azúcar, por el simple hecho que ya es dulce.— Dijo Bill movió sus labios enojado.
—Igual que yo, un sugar daddy ¿no crees?.— Bill se sonrojo, entendió perfectamente aquel inglés. Tom volvió a mirar su orden y otra vez hablo.— ¿Y mi tenedor?
Bill observo lo que había sobre la mesa y en efecto se había olvidado de traerle un tenedor, con rapidez corrió a la barra y corrió de vuelta ya con el cubierto en sus manos.
— Disculpe mi descuido.— Dijo extendiendo el cubierto
Tom soltó una carcajada, recibió el objeto sin antes deslizar sus manos por la muñeca del pelinegro dejando una pequeña carita que puso nervioso al menor.
— C-con permiso…— Bill nervioso por la acción se retiró. Aquel no debía tener amoríos en su trabajo ¡claro que no! ¡menos con él!. Volvió a ver a Tom, el cual ahora se encontraba ocupado con su celular. Después dirigió su vista donde su ex, pero, ya no estaba.
— Qué alivio.— Pasó su mano por su frente y dejó caer sus brazos en el mostrador
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No se dio cuenta cuando ya eran las diez, el día sí que pasó rápido. Se dirigió donde el ventanal, bajo las cortinas de tela de los vidrios y luego el de la puerta dando aviso que el lugar se encontraba cerrado.
Durante cuatro horas estuvo con Tom, el cual solo comía merengue y bebía menta una y otra vez. «Ordenó tres pasteles y cinco cafés, la comida debe haberle repugnado ¿no?». Cerró con el pestillo con el propósito de dirigirse a la caja para contar los dólares.
— ¿¡Eh!?.—Se quejo al sentir aquellos brazos robustos que se deslizaron por su cuello hasta su vientre impidiéndole mover sus brazos.—¿¡Qué haces!? ¿¡no te basta con lo del instituto!?
— No, ya que eso no logró satisfacerme.
Bill sin poderlo evitar abrió sus piernas al sentir esa mano recorrer su parte baja y luego apretarla. Soltó un sonido de placer al notar como aquel movía sus caderas haciendo falsas estocadas en su trasero.
— M-maldito pervertido… ¿siempre e—estás excitado…?— Jadeos Bill al sentir aquel bulto sí que era evidente, noto como sus nalgas daban paso a esa cosa, pero por desgracia para Tom, la ropa se lo impedía.
— Desde que te tengo siempre necesito más de ti.— Respondo Tom masajeando con más rapidez la entrepierna del pelinegro.
— ¡Tú! Mgh!.— Se quiso quejar pero aquellos movimientos provocaron que su cuerpo empezara a moverse por sí solo ayudando al mayor para que le brindara más satisfacción.
— Me excitas demasiado, Bill.—Confeso Tom comenzando a bajar los pantalones del pelinegro junto con sus boxer. Por otro lado Bill de inmediato se acordó en donde estaban y se asustó.
— ¡N-ni se te… o—ocurra! ¡es-estamos en… mi l-lugar de tr-trabajo! ¡h-hay cámaras!.— Trató de decir Bill, para alejar al mayor.
— Eso no me importa, además, no me mientas. Observe este lugar por horas y no vi ningún aparato de vigilancia. Igual, ¿No crees que es más excitante?.— Dijo Tom dando otro roce al trasero del menor con su erección más que despierta.
La cabeza de Bill se calentó ¿¡cómo ese estúpido pervertido logró tener un título de medicina!?
—I-insisto, aquí no… p-por favor…— Pidió Bill pero el Tom hizo oídos sordos y lo penetró de una sola estocada, provocando un estremecimiento en Bill.
Sin embargo, aquellas cesaron por una vibración en el bolsillo de Tom. Bill al notar que estaba distraído, escapó, se dirigió atrás del mostrador y se escondió, acomodando su ropa en su lugar.
—¿Qué sucede? —la voz de Tom se escuchaba enojada, pues claro ¡lo habían interrumpido!.— Tks… ¡¿justo ahora?! bien iré.
Bill gritó mentalmente victoria mientras sacaba su cabeza y dejaba sus manos en la mesa.
—¿Surgió algo?—comentó tímidamente pero feliz.
— Sí, me tengo que ir. Después continuamos.— Dijo Tom acomodando su cabello largo, un escalofrío recorrió todo su cuerpo al escuchar lo último.
Cuando Bill observo que el mayor ya se había marchando dejando totalmente solo acomodo su uniforme, además ignoró aquel bulto que poseía.
— Cuando llegue a casa, tendré que arreglar esto.— se refirió a su parte excitada. Junto sus piernas y continúo arqueando la caja.
— ¿Un apagón? genial… —dijo sarcásticamente. Era el único camino que debía tomar para ir a su departamento.—Al menos no estoy con ese sujeto.
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Dio grandes pasos pero silenciosos. Sí es muy peligroso caminar a oscuras y más de noche. No se atrevía a sacar su celular por el simple hecho que podía haber personas malas cerca de él.
Descubrió su cabeza de la capucha que tenía, y giró su cabeza intentando visualizar en lo negro.
— Escucho pasos. — Susurró.
Seguramente debía ser su imaginación ¿no? ¡claro que no!. Esto se parecía a esas películas en las que el protagonista camina solo en un callejón y luego escucha pasos, y no es su imaginación, sino, juna persona el carne y huesos que lo está acechando para matarlo.
Dejó de caminar para empezar a correr, agarró su móvil y prendió la linterna, ahora se podían sentir claramente las pisadas de otra persona.
Sí, ¡lo están siguiendo!
— ¡A-ayuda…!.— Intento Gritar pero su grito fue silenciado por una mano, mientras que un brazo rodeaba su cuello y lo sujetaba para no huir. Bill movió su cabeza y con su celular iluminó el rostro de aquel hombre.
— ¡N-nick!.— Dijo Bill con labios temblorosos.
— Me extrañaste mucho mi amor.— Aquel llamado Nick respondió lamiendo la mejilla del pelinegro, para recordar lo dulce de la piel del menor…
Continúa…
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