
Fic TOLL de Nathaly Kaulitz
Capítulo 37
By: Tom
Bill esta en la camilla, con sus ojos cerrados y ambas manos en su vientre, duerme tranquilo, su respiración es tranquila y aquello me tranquiliza a pesar de las noticias del doctor.
Él estaba pasando por un momento de estrés que había provocado el colapso de su cuerpo, este tipo de situaciones ponía en riesgo el embarazo.
Está bien.
Nuestra niña esta bien.
También había estado haciendo cosas excesivas, como limpiar o caminar de acá para allá.
Dios.
No me importó llegar corriendo, tampoco me importó ver a Adrik sentado a su lado. Solo me quedé ahí, de pie frente a él.
— Oye, no se si sea buena idea que estés aquí cuando despierte. — Reclama Adrik. — Le has roto el corazón.
— ¿Qué yo qué?.— Que mierda ha dicho.
¿… yo…?
¿Le rompí el corazón a mi pequeñín?
¿De qué habla?.
— No ha sido específico, pero ha dejado en claro que has elegido a alguien más.
¿Elegir a…?.
Ay demonios.
Yetao.
— Las cosas no son asi.— Intento mantenerme calmado, hablando en un tono bajo para no despertar a mi niño.— Esto es una puta mierda.
— No dudo que así sea. — Se pone de pie. — Bill no merece pasar por estas cosas.
— No me hagas reír. — Ladeo la cabeza sonriendo con arrogancia.— Eres el menos indicado.
— Yo ya he asumido mis errores. — Se cruza de brazos. — Y a diferencia de ti, él sí me ha perdonado.
Lo tomo de la camina, su respiración se agita y me atrevo a apretarlo con algo de fuerza demostrando lo enojado que estoy.
— Es suficiente. — Lo suelto casi al instante. — No quiero oírlos pelear, quiero que se vayan.
Bill esta incorporado, con sus mejillas rosadas, hay lágrimas en sus ojos y parece temblar ante nosotros.
— Bill…
— No quiero ver a nadie, lárguense. — Su voz se rompe. — Déjenme con mi bebé.
Adrik asiente despacito y se levanta para retirarse, pero yo permanezco ahí, de pie esperando que sus ojos me miren siquiera una vez. Eso no ocurre, porque Bill se las ingenia para no mirarme ni una sola vez.
— Bill…
— No.— Su vos suena fría para ser una simple palabra.
— Pequeño…
— Vete Tom.
— Por favor, es un…
— No quiero oírte.— Pone sus pequeñas manos sobre sus orejas. — Se acabó, se terminó, no quiero estar contigo y evidentemente tu tampoco lo quieres, no te alejaré de este bebé, pero por favor, mantente alejado de mí.
Mi corazón duele, duele tanto que no puedo respirar, hay pequeños pellizco en mi pecho, como agujas clavándose en mi piel. No puedo respirar bien, ni siquiera puedo pensar.
— Yo quiero estar contigo.— Hablo con voz rasposa, pero llena de desesperación.
— Eres un maldito mentiroso. — Cierra sus ojos con fuerza.— Si….s i quisieras estar conmigo…
— No lo hubiera besado. — Contesto al saber el por qué de toda esta mierda. Siento un nudo en mi garganta cuando sus ojitos me miran, tan vidriosos y tristes que destroza mi corazón. — Yo no lo bese.
— Tal vez. — Susurra. — Pero no te apartaste.
Esconde su rostro entre sus rodillas.
— ¡No lo alejaste…!.
— Bill yo…
— ¡Tenias tus manos sobre él!.— Larga un llanto, aún se esconde, tiembla mientras llora y yo no soy capaz de reaccionar ante eso. — ¡Tú lo dejaste hacerlo!, ¡tú…!.
— Para por favor.
— ¡Ah!. — Se aferra con fuerza a las almohadas de la camilla.— ¡Te odio!, ¡te odio demasiado!.
Retengo mi respiración.
— ¡Te odio!, maldigo haberte conocido!, ¡odio…!.
— Yo te amo.
— ¡No le haces eso a las personas que amas!.
— Te amo, te amo tanto que cuando Yetao me besó no pude reaccionar por que solo pensaba en ti. Me tomo por sorpresa, ¿esta bien?, Yetao se disculpo luego de que casi lo echará a patadas de ahí, Bill, por favor, confía en mi, créeme, yo no te haría eso.
Hay un enorme silencio mientras las lágrimas siguen saliendo de sus ojos.
Tan destrozado.
— Mentiroso.
— Hablo en serio. — Me cruzo de brazos.
— Ya te lo he dicho, ese chico no significa nada para mí.— Bill cierra sus ojos.
— Mentiroso.— Contestas un sin creerme.
— Te amo.
— Mentiroso.
— Te amo tanto que estos últimos días sin ti fueron los peores de mi vida
— Mentiroso, mentiroso.
La puerta se abre lentamente, un pequeño chico con sus manos entrelazadas entra al cuarto. Bill parece querer desaparecer en cuento se encuentra con la mirada de Yetao.
Genial.
— ¿Tu que haces aquí?.— Bill habla con desprecio.
— Lo siento.— Habla Yetao en un susurro.— No lo culpes, fue mi culpa, él… él me ha rechazado y yo solo lo bese, no tienes que… que odiarlo por mi culpa, por favor, lamento haber… haber ocasionado esto, yo…
— Cierra la boca. — Bill deja caer una de las almohadas al piso. — Si realmente lo sintieras entonces no habrías intentado…
— ¡Lo siento, por favor! No quise dañarlos a ambos.— Yetao rompe en llanto.— No quería perder a Tom y actúe con desesperación sin darme cuenta que ya era demasiado tarde.— Trata de acercarse a Bill pero el no lo permite, así que sigue hablando.— He arruinado muchas cosas, lo siento, lo siento, lo siento.
Yetao colapsa de rodillas frente a Bill, solo llora y repite una y otra ves cuánto lo siente, y para su fortuna Bill lo mira con compasión.
— Dios….— Bill susurra, intenta tocar los hombros de Yetao para calmarlo pero se detiene, no sabe que hacer.
Me acerco a él, tomando a Yetao de los brazos y alejándolo de Bill.
— Lo siento Tom, lo siento tanto…—
Oh…
yo…
… Tampoco sé que decir…
— Tom te ama, por favor, yo solo estoy siendo un caprichoso que no sabe aceptar un no.— Llora. — La-lamento haberme metido así en su relación, yo…
— Ya no llores.— Bill se ha puesto de pie para acariciar con delicadeza la cabeza del chico. — Ya no llores.
— Lo siento…
&
— Déjame en casa y vete, no quiero verte.
— Pero si Yetao…
— Ya lo he perdonado, pero aun estoy pensando en lo que pasó. — Pierde su mirada en la ventanilla del auto. — No sé si quiero esto.
No digo nada, cada palabra suya es como una puñalada a mi corazón. Abro su puerta en cuanto llegamos, hay varios reporteros que parece haberse enterado del incidente de Bill pero el chico no responde ninguna de las preguntas.
— Déjame ayudarte con el bolso.— No dice nada, lo sigo escaleras arriba y finalmente me deja ver su nuevo departamento. Es completamente blanco, delicado y costoso.— ¿Algo más en lo que quieras ayuda?.
Me mira unos segundos y luego camina hacia la cocina, lo sigo por detrás, en silencio. Toma uno de sus yogures y vuelve a verme.
— ¿Quieres beber algo?
— Debo conducir.
— No pensaba darte alcohol.— Dice un poco divertido.
— Tal vez un café.
Hace una mueca con sus labios y se limita a preparar el café a la vez que disgusta su yogurt de vainilla. Finalmente lo desliza por la mesada y se sienta a mi lado. Nos mantenemos en silencio mientras mi corazón amenaza con salirse de mi pecho si no digo lo que quiero decir.
— Bill…
— No.
— Por favor.
— No ahora, por favor, no quiero pensar más. — Su voz es un susurro casi inaudible. — Entiendo lo que dices pero no es fácil para mí volver a revivirlo, ver como te quedaste ahí sin hacer nada y…
Me quedo en silencio.
— Me canse de no ser la prioridad de…
— ¿Estas hablando en serio?. — Él deja de comer. — Estuve noches sin dormir buscándote en mi auto, estaba desesperado!, ¡fui por Chris!, ¡por Chris!, era la última persona que quería ver y aun así fui por su ayuda para poder encontrarte Bill. Eres mi maldita prioridad desde que me citaste en esa cafetería para decirme que estabas esperando un hijo mío. ¿Sabes lo jodido que es escuchar que ya no me quieres?, ¿que no quieres verme ni tenerme cerca?, entiendo, me equivoqué, pero ¿que hubieras hecho tú si tu maldito ex novio te besa de la nada?, ¿hubieras reaccionado rápido?, dime, ¿que abrías…?— Me callo rápidamente al ver Sus gestos, sus ojos van a su vientre y entonces dejo de hablar.— ¿Qué ocurre?.— Bill levanta su mano para obligarme a guardar silencio.
— Te ha oído.
— ¿Qué…?.
— Lleva días sin moverse.— Susurra.— Tal vez extrañaba tu voz…
Se baja de la silla para detenerse frente a mi, levanta un poco la parte superior de su ropa y me mira dándome permiso de tocarlo. Deslizo mis manos con cuidado sobre su vientre y disfruto de los pequeños movimientos que ha dado para mí.
— Hola pequeña.— Mi corazón palpita al hablarle al ser que se encuentre escondido.
Levanto mi mirada para comprobar si Bill ya lo sabía, sus ojos se abren un poco con sorpresa y se limita a apartar su mirada tan rápido que lo he comprendido.
Él no tenía ni idea que era una niña.
— Escucha… — Me tomo el atrevimiento de susurrar cerca de su piel.— Sé que tus padres están pasando por un momento difícil y extraño, pero lo resolveremos, ¿esta bien?, no le des sustos así a tu papi.
Bill retiene un quejido cuando recibe otro movimiento brusco.
— Creo que te ha insultado.— Dice Bill divertido.
Aprovecho mi cercanía para tomar a Bill por la cintura y cargarlo sobre la mesada. Él no dice nada, solo me observa con sus ojos vidriosos.
— Es una niña…— Susurro. — Nuestra niña.
— Una… niña…— Suelta un suspiro y coloca su frente sobre la mía, cerramos nuestros ojos para escuchar el silencio que nos rodea.
— Te eché de menos.— Confieso pero no recibo una respuesta. — Por favor, quiero una familia junto a ti, Bill.
— Aún te amo.— Murmura y mi corazón se detiene.— Pero si algo como esto vuelve a pasar voy a cortarte las bolas.
Vuelve a soltar un quejido.
— ¿Te está defendiendo?.— Mira su vientre con curiosidad. — Ya veo quien será su padre favorito.
-— Bill.
— Hm.
— Déjame besarte.
Continúa…
Gracias por la visita. Vamos a darle ánimo a la escritora con un comentario 🙂