
«La luna de un alfa» Fic toll de Nathaly Kaulitz
Capitulo 2
By: Tom
Aquel pequeño bulto que se escondía ante mi presencia, pertenecía a un chico que temblaba como un cachorro. Inmediatamente, su aroma dulce penetró mis fosas nasales y en seguida supe que era un pequeño omega. Tenía los ojos abiertos de par en par, pero no se enfocaban en nada, su aspecto era sucio y demacrado. Pero por una extraña razón no podía apartar la vista de sus ojos, y en solo un segundo, pude ver como sus garras se extendían y las llevó hasta su cuello y desgarrándolo.
—¡Mierda!.— Gustav corrió hacia aquel omega y presionó su cuello con las manos, la sangre salía a borbotones y yo quedé estático por el color de su sangre, por el extraño cosquilleo que me daba su aroma.— Jefe creo que es el hijo de Simone.
Salí de mi trance y cambie mi expresión al escuchar su origen.
—¿También es hijo de Gordon?.— Pregunté serio a mi beta.
—De eso no estoy seguro, hace unos años hubo rumores, nunca fueron confirmados, pero tiene los ojos de ella.
—Apártate.— Sostuve el cuello del niño en mis brazos y empecé a lamer su cuello, su sangre era espesa pero sabía dulce. De su boca salieron suaves quejidos, lo acuné un poco entre mis brazos para que se calmara y me dejara seguir, la saliva de los alfas resulta curativa para los omegas y en el estado en el que se encontraba, él iba a necesitar toda la ayuda del mundo para sanar.
Una vez finalicé mi tarea, le entregué el cuerpo del joven a mi beta.
—Llévalo a la mansión, quizá sea útil.— Dije sonando lo más natural que pude, aunque mis motivos para llevar al cachorro no estaban claros.
Tal vez fueron sus ojos desenfocados, o las heridas en sus muñecas, o el hecho de que podría ser hijo de Gordon, si fuera así podría tener información o simplemente sería una forma mas de joder al bastardo incluso después de la tumba. Daría un mensaje claro, no se metan con la manada Kaulitz o lo pagarían con sangre.
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—No creo que despierte pronto. ¿Estás seguro de querer conservarlo?.— Era la segunda vez que Gustav, mi mejor amigo y mano derecha, preguntaba eso.
—Si —respondí cortante y expulsé el humo del cigarro fuera del balcón.
—No creo que te vaya a servir de algo.— Insistió.
—Ya le encontraré un uso.
—Sabes que no es una Barbie, ¿verdad? — insistió— . ¿Tom?
—¿Tienes miedo de que me encapriche demasiado con mi nuevo juguete?.— Le di una calada al cigarro mientras lo miraba.
—Solo me preocupa el trabajo extra que su presencia me dará.
Me reí en su cara. Los asuntos de la mafia, como del clan no daban espera, la mayoría del tiempo tenía a Gustav encargándose de cosas urgentes que salían a última hora. Yo ya no salía seguido a las misiones, me aburría en ellas y el resto de los negocios me quitaban suficiente tiempo y atención.
—¿Crees que sea hijo de Gordon?.— Preguntó.
—Bueno no se parece en nada al bastardo.— Contesté viendo lo obvio, el niño tenía el cabello de color azabache y lacio, largo hasta la cintura, aunque tenía pedazos trasquilados, su piel era blanca y sus ojos almendra, los ojos de su madre. Algo en él me atraía, me embriagaba, me… excitaba.
—Si lo es, apuesto lo que sea a que el hijo de puta enloqueció cuando vio que uno de su linaje se transformó en omega.
Los omegas eran considerados la raza más baja en la jerarquía de los lobos, ser una omega hembra estaba bien, pero ser un omega macho era lo más similar a una pesadilla que alguien podría tener en vida.
—Y creo que su madre no debió quedarse atrás.— Comenté recordando que Simone, la esposa de Gordon vivía por y para las apariencias, le exigía perfección a sus hijos y a todo lo que la rodeaba, haber dado a luz a un omega debió ser degradante para ella.— Sal, quiero descansar.
Gustav me miró confundido para después señalar mi cama detrás de las puertas de cristal del balcón.
—Pero tú cama está ocupada.— Señaló a la pequeña criatura que la ocupaba.
—¿Acaso te lo estoy preguntando?.— Dije serio.
—Perdón, perdón.—levantó las manos en señal de paz— Uno creería que completar tu venganza te haría menos gruñón, pero bueno —respondió, saliendo de la habitación y cerrando la puerta detrás de él.
Con pasos lentos, me acerqué a la cama donde dormía el omega. Estaba delgado, casi en los huesos y tenía varias cicatrices, pero nada le quitaba la belleza de su angelical rostro. Me acosté a su lado, rozando su blanca piel y dormí ahí.
“ Esa fue la primera noche que soñé con el color de sus ojos y el olor de su sangre”
Continúa…
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