La luna de un alfa 3

«La luna de un alfa» Fic toll de Nathaly Kaulitz

Capitulo 3

By: Tom

Había pasado una semana y el omega no despertaba, su cuello ya había sanado por completo y su cuerpo se estaba reponiendo gracias a la medicina que tenía conectada al brazo. No podía evitar dormir con él todas las noches, su aroma me embriagaba y me ayudaba a conciliar el sueño. Él no se movió ni una sola vez, ni siquiera cuando volví a lamer sus heridas para acelerar el proceso o cuando lo olfateé después de bañarlo.

Me apoyé en el escritorio mientras revisaba los documentos del último envío.

Sospechamos de Ria.—  Habló Gustav desde su asiento.

Diablos ¡no! Amo a las chicas de Ria.— Se quejó Georg al discutir de nuestro posible topo.

Investiguen. Y si es ella, tráiganla ante mí, me agradará escuchar sus últimas palabras.— Ordené sin ningún tipo de remordimiento.

Ría pudo a ver sido la omega perfecta para llevar a mis cachorros, no solo por su inteligencia y encantos, sino también por el linaje de su sangre. Sin embargo, la única conexión que pude tener con ella había sido fraternal y eso la había convertido en parte fundamental de la manada. Lamentaba mucho tener que deshacerme de ella si resultaba ser la traidora.

Los chicos me miraron por unos segundos para después asentir con la cabeza y salir del despacho. Después de la masacre en la casa de Gordon no debería haber más topos en la red, pero al parecer, siempre hay manos que quieren abarcar más de la cuenta.

De un momento a otro escuché gritos en el piso de arriba. Apagué mi cigarrillo y subí tranquilamente a pasos lentos.

No te lastimaré, te lo prometo.— Emily mi ama de llaves intentaba calmar al asustado omega, mientras éste le apuntaba con una de mis armas favoritas.

Omega.— Lo llamé con firmeza, y los ojos del chico se movieron hacia mí con una mirada completamente aterrada, sus manos temblaban y su respiración era inestable.— Suelta.

Las manos del cachorro temblaban, pero no soltó el arma. No quería usar mi voz con él en su estado actual, sobre todo tras haber despertado de un sueño tan largo, podría salir lastimado. Entré a la habitación por completo dándole una señal simple a Emily para que saliera.

El chico cambió su objetivo hacia mi, al ver que me acercaba.

Necesito que sueltes el arma y te calmes, tu cuerpo no debe estar bajo presión en estos momentos.

El chico negó con la cabeza mientras se alejaba unos pasos de mi, su caminar era inestable, como un pequeño ciervo.

Entonces qué esperas, dispara.— Dije acercándome por completo a él para que el arma quedará justo en medio de mi pecho, los ojos del niño se abrieron de par en par sin poder creer mis palabras.— Si no quieres dejar el arma y te sigues sintiendo inseguro, dispara.

El omega me miraba asombrado mientras su manos temblaban, el arma era demasiado pesada para su estado actual, sus ojos denotaron duda y soltó la pistola en la mesa que tenía a un lado.

Buen niño.— No pude evitar sonreír. Eliminé el espacio que quedaba entre nosotros y lo cargué como lo haría con un niño. Él en seguida soltó un pequeño grito al sentirse en el aire y se aferró a mis hombros para evitar caer.

Iremos abajo a comer y para que tomes algo de aire ahora que estás despierto.— Dije mirándolo fijamente un rato, antes de acercarme a su oído y susurrarle.— Y la próxima vez que uses un arma, quítale el seguro antes de apuntar.

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Narrador

El alfa lo llevaba en sus brazos como si no pesara nada y, la verdad, es que era posible, tras años de tener solo raciones intermitentes de comida en mal estado o sobrante, le habían quitado gran parte de su masa.

Cuando Bill despertó se sentía con más energía de la que había tenido nunca, su piel ya no se pegaba a sus huesos y sus piernas podían sostenerlo, pero no estaba en su sótano, lo que es más importante, no estaba muerto, cuando había rasgado su garganta estaba seguro de que ese iba a ser el último día de su vida. Pero… lo habían sanado, lo habían cuidado y llevado a una cama caliente, ¿pero para qué? ¿Qué nuevo infierno querrían hacerle vivir? Ya estaba cansado, no aguantaría más de eso, más desprecio, maltrato, no otra vez, prefería la muerte. Revisó la habitación en busca de algo que le dijera dónde estaba cuando encontró el arma, era negra, tenía bordes dorados a los lados, y una T mayúscula que se encontraba grabada en el centro.

Tomó el arma y se dirigió hacia la puerta en el mismo instante que esta se abrió, su instinto lo hizo querer defenderse, apuntó a la señora y se alejó de ella.

«No otra vez» Pensó. «No pasaré por ese infierno otra vez»

Pero sus movimientos se vieron detenidos por un gran alfa que ahora lo cargaba, su cuerpo temblaba en los brazos del hombre y lo único que podía hacer era intentar sostenerse.

Miró el perfil del alfa que lo llevaba, tenía una mandíbula afilada y cejas gruesas, sus ojos eran pequeños y marrones, su nariz era respingada, sus labios eran delgados con un pequeño arete que lo adornaba, su tez era bronceada, y en su cabeza llevaba finas trenzas azabache que acompañaba con una pañuelo blanco. Se veía rudo, lo podría destrozar con solo una de sus manos si es que quisiera.

Me estás mirando.— Escuchó la voz ronca salir de sus labios.

Bill asintió apenado.

¿No piensas hablar?.— Bill negó. Las palabras se habían escapado de él hace años, cuando gritar dejó de funcionar, cuando sus ruegos dejaron de ser escuchados, las palabras no servían así que él ya no las usaba.— Como quieras.

Llegaron a un comedor amplio con ventanales que decoraban el espacio, la luz entraba de forma hermosa pero lastimaba los ojos del pequeño lobo.

Cierren las cortinas.— Ordenó el alfa al percatarse de la situación.

En seguida Bill vio como aparecían personas para cumplir su mandato, desde las esquinas que él no había visto al entrar, se encogió contra el cuerpo del lobo mayor con miedo de ser lastimado.

El alfa se sentó en la silla de la cabecera con él en sus piernas.

No creo que sea conveniente darte comida muy pesada, una sopa estará bien.— Dijo Tom y, mirándolo fijamente, levantó una de sus manos haciendo que uno de los lobos pusieran un plato en su mesa, el líquido humeante despertó el hambre del pequeño omega.

«¿Será un truco?» Fue su primer  pensamiento, pero en seguida negó para sí mismo, el alfa no ganaría nada, a Bill ya no le quedaba absolutamente nada que él pudiera tomar o querer.

El trenzado tomó la cuchara entre sus manos y empezó a alimentar a Bill como un niño chiquito, el omega no se resistió, no serviría de nada, nunca lo hacía.

Aún tienes fuego en ti.— Se dejó escuchar el alfa dejando al omega paralizado por lo  hermosa que era su voz, Bill podría escucharlo todo el día.— Lo vi esta mañana, pensé que solo eras un omega suicida, pero en realidad quieres vivir, ¿no?

Bill dejó de comer y miró hacia la pared «¿Quería vivir?» Cuando estaba en el sótano solo buscaba oportunidades en las que pudiera acabar con su miseria, solo descansar, huir de todo eso. Ahora que no estaba allí estaba a expensas de este hombre para ver cuál sería su nuevo infierno, pero por un instante, muy breve y aterrador, Bill luchó, cuando buscó y apuntó con el arma, él lo intentó.

«Ya estoy afuera» Pensó, no más sótano ¿pero qué implicaba eso? ¿tendría comida? ¿no lo maltratarían? ¿podría vivir? ¿escucharían su voz si hablaba?

No pares de comer.— Pidió Tom dándole otra cucharada.

El estómago de Bill se sentía caliente y la sopa estaba deliciosa, no tenía nada que necesitara mucho esfuerzo por parte de su cuerpo y en algunos bocados el alfa remojaba pan y se lo daba.

¿Quieres que en la noche nos hagan más de esta sopa?.— Preguntó Tom, pero Bill solo lo miró.— Si no piensas hablarme, encuentra la forma de comunicarte conmigo, no es suficiente con tus ojos de ciervo.

Bill bajó la mirada mientras pensaba, no podía hablar, pero podía intentar algo más. Tomó la mano que estaba alrededor de su cintura y la giró, dio un leve golpe con su dedo una vez en la palma del alfa.

—¿Eso es un sí? — Preguntó el alfa sintiendo como el pequeño daba otro golpe de afirmación.

Bien, muéstrame el no.— Dos golpes. — Por ahora será suficiente.

Dando por terminada su plática, Tom siguió alimentando al pequeño omega que posesivamente tenía sobre sus piernas, sin poderse contener miraba sus labios imaginando el sabor que tendría.

“Seguramente pronto lo descubriría”

Continúa…

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por Nathaly Kaulitz

Escritora del Fandom

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