Líneas de dolor 7

Fic Twc/Toll de Lyra_Acuario

Capitulo 7: No saltes (Don’t jump)

El mayor de los gemelos se encontraba sumido en aquel murmullo, risas, alcohol y gente bailando, una digna fiesta para alguien como el. Pero ese no era el motivo por el cual el mayor había abandonado la comodidad del abrazo y del aliento de su hermano.

Tom tenia planes desde hacia algún tiempo, planes que no había medido, que no sabia porque los había hecho, pero que sin embargo los había cumplido. Ahora entendía el porque.

Todo por horas atrás cuando tuvo a Bill entre sus brazos, cuando lo beso y acaricio, esa piel exquisita para el.

—mrrrm….— refunfuño molesto al no ver a la persona que buscaba en medio e aquella fiesta —¿Dónde esta….? Demonios— Y tomo una cerveza con su mano, dispuesto a beberla mientras esa persona llegaba.

Bill por su parte, se encontraba acostado en la cama mirando el techo. Realmente esta harto de esa situación.

Ya no sabia si sentía odio, si sentía depresión o si sentía celos.

Bill ya no sentía nada.

El menor se levanto de repente con la mirada sin brillo. No había nada ahí, ni siquiera deseos de vivir.

El chico pelinegro tomo sus cosas, quedando vestido totalmente de negro, esto agregado a su maquillaje de costumbre. Tras esto, Bill salió de su cuarto como alma que lleva el demonio. Simone incluso tuvo miedo de lo que su hijo pensaba hacer.

—¿A dónde vas?— interrogo.

—Yo también fui invitado a esa fiesta— fue lo que contesto.

—Pero….— Simone tenía un presentimiento, de que su hijo no debía salir ese día.

—Soy mucho más cuidadoso que Tom, mama— hablo mirándola, la mujer retrocedió. Bill no espero a que ella dijese algo, el solo abandono la casa.

Tom sabia que estaba bebiendo mas de la cuenta, que el alcohol hacia efecto en sus venas, le hacia divagar, sentir el calor y el deseo de tomar a una de esas cuantas chicas que se le ofrecían.

Pero el recordaba a Bill, de su cálido aliento envolviéndole, la húmeda y exquisitez de aquel beso.

Bill llego a aquella fiesta, siendo recibido por Andreas, quien solo coloco una expresión de sorpresa.

—Bi…Bill— le saludo —no sabias que iba a venir

—Ah— hablo sin ganas —¿Quién te lo dijo? ¿Tom?

—Eh… no…. Pero como no te vi llegar con el

—entonces esta aquí— contesto.

—Pu…pues si… el esta aquí….pero

—Tráeme algo de beber— pidió secamente ignorándolo —eres el anfitrión ¿no? Has tu trabajo— Andreas lo miro de arriba abajo, ese no era Bill. Era demasiado altanero y grosero.

—lo que digas— hablo dándose vuelta, sintiéndose ofendido.

—Que sea rápido— fue lo que emitió Bill al verle marchar.

Tom sabia que ya había ingerido demasiado alcohol, que ya no tenía control de lo que quisiera hacer, fue entonces, en medio de aquella fiesta que sonó el ruido ensordecedor de un trueno. Entonces varios gemidos de susto escaparon de las bocas de las personas que se encontraban ahí.

—¿esta lloviendo?— pregunto una chica —no, no puede ser— y toco su cabello cepillado.

—¿Qué dices?— rio otra —es mejor así— Y continuaron bailando.

Bill continuaba bebiendo sin control, sintiendo el ardor abrazar su garganta. Pero eso no le importaba, el chico giraba su vista a todos lados, buscando a alguien, alguien llamado Tom.

—Bill— llamo Georg al ver a su compañero en la fiesta, lo cual le provoco una sonrisa de satisfacción. Pero entonces vio la expresión del gemelo menor, era de odio, frustración y desesperación.

¿Qué miraba Bill? Se pregunto Georg, levantando la vista hacia la misma dirección.

Tom sabia que si ingería una gota más de alcohol, acabaría por vomitar. Por lo cual se levanto y hecho una ojeada a la multitud, aquella persona que esperaba al parecer no iba a venir.

Lanzo una maldición y se dio vuelta para irse.

Entonces sin previo aviso y sin autorización, una chica de cabellos rubios, se lanzo contra el robándole un apasionado beso. Uno tan salvaje que por un momento se dejo contagiar de la pasión, puesto que ella no estaba mal.

Bill apretó sus manos molesto y sintió un nudo ocupar su garganta. Sus dientes que mordían su labio hizo que un pequeño hilo de sangre bajase por el. El menor no lo soporto, movido por el alcohol, los truenos que crujían en el cielo y las enormes ganas de gritarle a Tom toda la verdad.

—Tom!!— grito al acercarse a el.

El mayor sintió un escalofrió, sintiendo que todo el alcohol desaprecia de sus venas. Mas aun, cuando la cerveza que Bill tenia en las manos se partió dejando vidrio cortante que amenazaba.

—Bill…— susurro, empujando a la chica. Ambos guardaron silencio, mirándose en silencio.

—mmm Tomy… vamos a adentro— susurro una chica acercándose al mayor. Bill abrió su boca, la chica le había llamado como Bill acostumbraba a llamar a Tom.

Apretó su mano izquierda puesto que la otra sostenía el pico de botella, no sabia si era por el alcohol ingerido, pero se sentía muy sensible y esas palabras habían bastado para deprimirle.

El menor salió corriendo de allí como alma que lleva el demonio, empujando a cualquiera que se le atravesase, apretando sus labios y maldiciendo.

—¿y quien era ese?— hablo la tipa ebria, pero Tom se quedo en silencio, asimilando lo que acababa de pasar.

Bill le había visto. Le había visto besarse con una chica, cuando en primera ni siquiera tuvo la intención.

—es mi hermano, aléjate— y se aparto de ella, atravesando la salida y dejando que la lluvia empapase su cuerpo —Billy… Billy donde…. Demonios— y estrello su puño contra la pared.

Entonces una imagen ocupo sus pensamientos. Bill cortándose. Bajando la hojilla por sus venas.

El rostro del chico de las rastras palideció. Sin rastro del alcohol, Tom se echo a correr como alma que lleva el demonio, con una sola palabra en su mente: Bill.

Bill se sentía en la medida que corría, el aire eufórico llenar sus pulmones, el alcohol que hacia divagar sus pensamientos, la adrenalina de buscar algo y no saber que era.

Sentía dolor, un dolor fuerte que le impedía mirar al frente.

Cruzaba calles, escuchaba murmullos. Sentía fantasmas, el mundo gritarle.

—Fíjate por donde caminas idiota— escucho en una ocasión cuando cruzo la calle y un carro pito maldiciéndole. Pero Bill le ignoro, caminado un poco más hasta que resbalo en medio de la lluvia.

—no importa— susurro —ya nada importa… no me importa nada—

Hoy no se si lloro

Si es la lluvia quien me engaña

Hoy no tengo deseos

Para mí ya no hay mañana.

Bill golpeo el suelo con un puño, sintiendo su cuerpo pesado por sus ropas húmedas. El maquillaje que se había corrido, su cuerpo que temblaba por el frío.

El chico levanto la vista hacia aquel lugar, aquella escuela donde se había graduado.

Y un pensamiento escalofriante cruzo su mente. Bill se levanto lentamente, sintiendo su vista nublar, sus pensamientos no coherentes.

Tom llego a casa con la respiración entre cortada, totalmente empapado. Y antes de poder saludar a Simone, subió a toda prisa al cuarto de Bill.

—Bill!!— grito y no vio nada, entonces empujo la puerta del baño —Bill no lo hagas— pidió.

—Tom— le hablo su madre desde la puerta —mira el piso como lo has ensuciado….— la mujer lo miro —¿Qué sucede?— pregunto preocupada. Pero Tom estaba más pendiente de abrir la puerta del baño.

—Bill— abrió la puerta del baño —no…no… esta— hablo quedo.

—No— afirmo Simone —salió a la fiesta de Andreas… creí que ibas a ahí.

—No…no….— Tom negó con la cabeza, pero no a los comentarios de su madre, sino a los pensamientos que comenzaban a azotarle.

—Tom!!— grito Simone para sacarlo de sus pensamientos.

Bill caminaba a paso lento, como si esperase que alguien lo detuviese, que alguien le dijese que era alguien especial en el mundo. Que no lo abandonase.

Pero no había nadie.

Solo la fría y húmeda soledad de la noche.

Bill entro en aquel edificio que denominaban escuela y donde habían grabado “no saltes” que curioso que el se encontrara en esa situación.

—Es lo suficientemente alto— susurro comenzando a subir las escaleras.

—¿Qué??— respondió molesto Tom a su madre.

—No me respondas así— le regaño.

—Ah… ¿Qué sucede?— pregunto molesto dispuesto a salir de la habitación, pero Simone se le atravesó.

—No sales, hasta que hablemos— advirtió —estoy cansada de tus groserías Tom, no se te olvide que soy tu madre

—Demonios— maldijo el mayor al verse en ese obstáculo.

¿Es que ella no se daba cuenta de que Bill probablemente estuviese a punto de cometer una barbaridad?

—¿podemos hablar luego?— pregunto con la poca calma que le quedaba.

—Ahora Tom— hablo seriamente Simone.

Bill llego al penúltimo piso y desde allí observo la altura en la que se encontraba.

Un suspiro se escapo de sus labios, mientras sus rodillas eran vencidas por la gravedad. Bill quedo sostenido contra la pared pero de rodillas.

—¿Qué vas a hacer Bill?— se pregunto —¿merece la pena esto?— sus dientes titiritaban del frió o quizás de lo que pensaba.

Las sombras han crecido

Mi brillo se ha perdido

Se que debo caminar

Pero también debo cruzar

Bill miro el vidrio de la ventana. No quería saltar, de verdad que no quería, pero sentía dolor, un dolor tan fuerte que sus lágrimas no dejaban caer.

Bill no lloraba.

Y de verdad lo quería pero no podía.

Entonces movido por el impulso del dolor del brillo cortar, Bill entro en un aula y levanto un pupitre, para después estrellarlo contra la ventana.

Los fragmentos cayeron, como su corazón hecho pedazos.

—No saltes— fue lo que se dijo y tomo uno de los fragmentos del vidrio para sujetarlo con su mano izquierda —hay muchas formas….— se susurro a si mismo —de dejar escapar el dolor—

Y dicho esto comenzó a bajar aquella punta cortante por su brazo derecho. Dejando escapar un gemido de dolor.

—ah…………..— Bill mordió sus labios, impidiendo que el sonido se corriera por los ecos en los pasillos —demonios— y miro su brazo.

Este comenzaba a teñirse de escarlata

—¿aun quieres saltar?— se pregunto y fue su mano izquierda quien respondió.

Bill volvió a bajar aquel vidrio por su brazo.

—Demonios no tengo tiempo!!— grito Tom de repente con lagrimas en los ojos, sentía miedo, un miedo tan profundo de no saber que pasaba.

Sentía a Bill.

Bill estaba mal.

Su alma se lo decía, su cuerpo reaccionaba antes de que lo pidiera. Las lágrimas comenzaban a caer.

—Basta!!— Exclamo Simone sin ver las lagrimas y permitiendo que su mano bofeteara el rostro del chico de las rastras.

Hubo un silencio de unos minutos.

Gordón llego y no podía creer lo que pasaba.

Tom lloraba, Simone estaba agitada y la lluvia caía incesantemente acompañada de truenos ensordecedores.¬

Bill respiraba entre cortado. Su brazo derecho dolía, la sangre escarlata bañaba el suelo.

El pelinegro no recordaba cuantas veces se había trazado, eso ya no le importaba. Ahora entendía porque lo hacia.

“Cuando trazo estas líneas en mi cuerpo, no es porque este triste, es para demostrarme que estoy viva, que el sufrimiento es algo necesario, que el dolor me ayuda a escapar…. Que estas líneas de dolor, me demuestran que hay cosas peor”

Bill se levanto lentamente, lanzando aquel pico de vidrio contra la pared. De inmediato este se rompió haciendo un eco sonoro en los pasillos.

El vocalista camino a paso lento las últimas escaleras que le quedaban, sabía que había algo peor que el dolor y ese algo, es lo que llamaban la muerte.

Bill llego hasta la azotea, y miro piso abajo. Aquel frio cemento que era empapado por la lluvia.

Un último trueno alumbro el rostro del chico, quien miraba fijamente pensando en que era lo que iba a hacer.

—Yo….— Tom retrocedió —Debo irme… de verdad, es importante— y empujo a Simone haciéndola caer sobre Gordón, para así correr escaleras abajo y salir a la lluvia que le esperaba a fuera, junto a su alma gemela que le llamaba a gritos.

—ya no hay nada— Bill se subió en la baranda, el piso resbaloso, el aire que sacudía sus cabellos y la lluvia que fingían las lagrimas que ya no caían.

El agua de la lluvia no era transparente, ya que esta se combinaba con la sangre del suelo. Bill no supo mas, levanto un pie y sintió el aire acariciarle, pero antes de tocar el suelo, sintió que alguien le tomaba de la mano.

Continúa…

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