
Fic TOLL de lyra
Capítulo 12. Arrepentimientos
¿Qué era lo que no sabía? ¿Todo el daño que ese desgraciado le había hecho a Bill? Por eso estaba tan raro, por eso sus ojos habían perdido su brillo,…y él le había acusado de haberse acostado con otra persona, con su mejor amigo…el único que conocía su secreto y le prestaba su ayuda porque su orgulloso hermano le había dado la espalda.
Echando la furia que invadía su cuerpo en un fuerte grito, le cogió por el cuello y le apretó fuertemente, dejando sus dedos sobre esa blanca piel que tanto se parecía a la de su hermano.
—Te voy a matar con mis propias manos—escupió Tom en su cara.
— ¡Tom! Deja que los de seguridad se encarguen de él—dijo Andreas tratando de que le soltara.
Forcejeó con su amigo hasta que logró que le soltase, sujetándole por los brazos, mirando con odio al falso cantante que tosía y escupía sangre sin dejar de reír en ningún momento.
—Suéltame, ¡se va a escapar!—gritó Tom a su amigo.
Andreas vio que tenía razón y le soltó, dejando que se encargara de él mientras iba a llamar a los de seguridad. Que le matara si quería, se lo tenía bien merecido.
Adam dio un paso hacia atrás, viendo que Tom iba directo a él, buscando una salida antes de que le volvieran a golpear.
—Déjame marchar o cuento tu secreto—amenazó Adam levantando una mano.
Eso hizo que Tom se frenase en seco. El secreto, si no le obedecía saldría a la luz, haciendo más daño a Bill.
—Lárgate de nuestras vidas, no vuelvas a tocar a Bill o juro que la próxima vez te mato con mis propias manos—siseó Tom entre dientes.
Adam se echó a reír y se giró, abriendo la puerta de emergencia que le esperaba tan a mano.
—Tom, no dejes que se escape—gritó Andreas corriendo.
—Déjale, es mejor así—murmuró Tom cogiéndole del brazo.
—Se me olvidaba—dijo Adam girándose—Bill se…ha caído.
Antes de que pudieran reaccionar, cerró la puerta y salió corriendo sin dejar de reír por el camino.
Tom y Andreas se miraron un segundo y al rato salieron corriendo hacia el ascensor, entrando en el y pulsando a la vez el botón de la planta en la que se encontraban las habitaciones del grupo.
—Voy a llamar una ambulancia—dijo Andreas sacando el móvil.
Tom solo asintió en silencio, mordiéndose los labios al pensar en que se encontraría cuando entrara en la habitación de Bill.
Las puertas del ascensor se abrieron y salió le primero, oyendo como su amigo hablaba con el 112. Llegó hasta la habitación de Bill y se encontró la puerta entre abierta. La abrió del todo y entró como una exhalación.
— ¡Bill!—sollozó en la vacía habitación.
Andreas se paró a su lado y tras echar un vistazo, señaló con miedo los pies que se asomaban a un lado de la cama. Corrieron hacia allí y dejó que su amigo cogiera en su regazo el cuerpo inconsciente de su hermano.
— ¿Por qué?—lloró Tom mientras le apartaba el pelo de la cara.
Una vez despejada, se la llenó de besos mientras lloraba sobre él, acunando su cuerpo, murmurando un “lo siento” con cada beso y algún “te quiero” que se le escapaba.
—La ambulancia llegará en un minuto, se pondrá bien—le trató de calmar Andreas limpiando sus lágrimas.
Se arrodilló y tomó una mano de su amigo, notando con miedo lo fría que la tenía. No podía pasarle nada, tras lo mucho que había sufrido, se merecía algo de paz, pero no una paz eterna.
Un ruido le hizo levantar la cabeza, viendo como entraron los paramédicos con una camilla en las manos. Se levantó y se quitó de en medio, poniéndose al lado de su amigo para tratar de que soltara al inconsciente cantante.
—Tom, déjales hacer su trabajo—pidió Andreas entre lágrimas.
Consiguió hacer que le soltase y le dejase con suavidad en el suelo de nuevo. Le cogió en sus brazos y arrodillado a su lado observaba como los paramédicos atendían al cantante.
— ¿Qué ha pasado? ¿Se ha desmayado?—preguntó uno de ellos.
—Creemos que le han atacado—contestó Andreas por su amigo.
Asintió y continuaron con su trabajo. Cogieron con suavidad el brazo del cantante y le pusieron una vía por la que le transfundieron suero. Uno de ellos le levantó con suavidad en cuello y desliza un collarín bajo él.
Tras estabilizarle, le cogieron entre los tres y le echaron con suavidad en la camilla que habían dejado al lado, tapándole con una manta.
—Nos lo llevamos al hospital, allí podréis verle y hablar con la policía—les informó el paramédico.
Andreas asintió y ayudó a levantarse al guitarrista. Echaron a correr tras la camilla, encontrándose en el pasillo con los dos integrantes del grupo que miraron a su compañero tumbado muy quieto.
— ¿Qué ha pasado?—logró preguntar Gustav.
—Le han atacado—repitió Andreas.
—Vamos, llamaré a David y tendremos un coche abajo en un minuto—dijo Gustav echando a correr con ellos.
Esperaron a que subiera el ascensor y entraron en el, mientras que Gustav hablaba seriamente con David. Una vez en el hall, uno de los botones les indicó la salida trasera del hotel, por la que había salido el cantante segundos antes.
Una vez en la calle, subieron al coche que ya les esperaba con el motor en marcha y partió veloz tras el eco lejano de una ambulancia que les llegaba hasta los oídos.
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Una vez en el hospital, fueron llevados a una sala de esperaba en donde estaban solos, lejos de miradas ajenas y en compañía de su mutuo dolor. Sentado al lado de su amigo, Andreas se mordía los labios, sabiendo que tendría que mentir a la policía para guardar ese secreto que tan celosamente mantenían oculto los hermanos.
La puerta se abrió y entró David con un gesto grave en la cara. Tras él iban dos agentes de policía que saludan a los chicos nada más verlos.
— ¿Sabéis algo de Bill?—preguntó David a los chicos.
—Le estaban haciendo unas pruebas, creo que han dicho algo de una resonancia o un tac, no lo recuerdo bien—explicó Tom con los ojos llenos de lágrimas.
—Podemos volver más tarde, pero tenemos que haceros unas preguntas—dijo uno de los policías mirando al guitarrista y a su amigo.
Ellos asintieron sin mirarse, sabiendo que por el bien del cantante iban a mentir en su declaración.
—Según nos han informado, fuisteis los primeros en llegar. ¿Visteis salir a alguien?—preguntó sin dirigirse a nadie en particular.
—No, cuando llegamos la puerta estaba abierta. No vimos a nadie salir de la habitación—contestó Andreas con la verdad.
— ¿Y no sabéis de alguien que le quisiera hacer daño? ¿Había recibido alguna amenaza?—insistió el agente de policía.
—Pudo ser algún novio celoso, quien sabe—habló Andreas de nuevo.
Sintió como su amigo se revolvía inquieto sentado a su lado, mordiéndose los labios por no poder contar que había sido un bastardo que había violado a su hermano una y otra vez.
—Si hubiera recibido alguna amenaza, yo sería el primero en saberlo. Están a mi cargo—explicó David a los policías.
Antes de que pudieran formular alguna pregunta más, la puerta se abrió y entró el médico que atendía al cantante.
— ¿Y mi hermano?—preguntó Tom levantándose de golpe.
—Le hemos hecho un tac y los resultados son positivos. Todo va bien, solo tenía una pequeña contusión debido a la caída. Debió de darse un buen golpe en la cabeza—explicó el médico con una sonrisa.
— ¿Está despierto? ¿Ha dicho contado lo que le ha pasado?—preguntó el policía.
—Se despertó tras las pruebas, pero estaba confuso. Le pregunté si sabía quién le había atacado y me ha dicho que fue él mismo. Es normal tras un golpe así, le daremos un día para que descanse antes de que entren a interrogarle—les informó a los policías.
—Quiero verle, ahora—exigió Tom con firmeza.
—Solo unos minutos, necesita descansar—accedió el médico.
Le señaló la puerta y Tom salió tras él, siendo conducido por los blancos pasillos hasta llegar a una habitación en la que Bill descansaba con el resto de pacientes que estaban en observación.
—Le subiremos a una habitación cuando tenga el resultado de la analítica y comprobemos que está todo bien—explicó el médico señalando una cortina.
Tom le dio las gracias y cogiendo aire se acercó a la cama y cogió entre sus manos la de Bill, quien con la cabeza girada a un lado dormitaba con un gesto de dolor que le cruzaba el rostro.
—Bill—le llamó con suavidad.
Lentamente Bill separó sus pestañas y abrió los pesados ojos. Giró la dolorida cabeza y enfocó la vista hasta lograr a ver a Tom con claridad.
—Me caí—murmuró con voz ronca.
Tom asintió, no era momento de decirle que lo sabía todo. Se llevó su mano a los labios y la besó suavemente mientras sus lágrimas bajaban sin poder evitarlo.
—Siento mucho haber desconfiado de ti—susurró Tom sin poder evitarlo.
—Olvida eso, haz las paces con Andreas, no se merece que le trates así—dijo Bill con esfuerzo.
—Ya lo he hecho. No hables más, tienes que descansar. Me quedaré hasta que te duermas, y cuando despiertes me tendrás de nuevo a tu lado—prometió con firmeza Tom.
Se inclinó y con la intimidad que le confiaba la cortina besó los labios de Bill con suavidad.
—Te quiero mucho—susurró contra ellos.
Bill solo gimió por respuesta. El beso le había pillado desprevenido, no se lo esperaba y había pasado mucho tiempo desde el último. Levantó despacio una mano y le acarició la húmeda mejilla.
—Nunca dejé de quererte—susurró llorando él también.
Sintió que los ojos se le cerraban por el sedante que le habían dado. Se dejó arrastrar por el falso sueño, hallándose seguro con Tom al lado, pudiendo dormir con tranquilidad creyendo que su secreto seguía a salvo.
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Se quedó a su lado hasta que sintió que se ha quedado dormido profundamente. Solo entonces Tom soltó su mano y enjuagó sus lágrimas, pensando si alguna vez dejarían de manar. Tras besarle en la frente, le dejó dormir y salió de la habitación, reuniéndose con los demás en la sala de espera.
—Está dormido—les comunicó.
Se sentó de nuevo al lado de Andreas, quien le pasó el brazo por los hombros como único consuelo.
—David ha ido a llamar a tus padres—explicó Andreas en voz baja.
—Mamá se presentará enseguida, no se quedará en casa por mucho que le diga que se encuentra bien…
No pudo seguir hablando, las lágrimas volvieron a hacer acto de presencia. Sus compañeros lo notaron y viendo la mirada que les dirigió Andreas decidieron dejarles a solas.
— ¿Cuántas veces fueron?—preguntó Tom una vez a solas.
—No te tortures con eso, no volverá a pasar—trató de consolarle Andreas.
— ¿Cómo te enteraste? —insistió Tom— ¿Te lo contó porque no podía confiar en mí?
—Me encontré con él tras la primera vez por casualidad—explicó Andreas por encima— Le llevé al hospital y, luego le acompañé al apartamento. Me hizo prometer entre lágrimas que no te diría nada.
—Y luego se pasó dos días enfermo en cama…. ¿le contagió algo? ¿Para eso eran los preservativos que compró a escondidas? —interrogó Tom arrugando la frente con dolor.
—Tuvo una pequeña infección. Te juro que si hubiera sido algo grave te lo habría contado—aseguró con firmeza Andreas.
— ¿No te pareció grave que lo hubieran violado?—preguntó Tom muy enfadado.
— ¿Qué es eso que mantenéis tan en secreto? —preguntó Andreas a su vez—Me dijo que destruiría vuestras vidas, y ha pasado por todo esto, sufriendo en silencio.
—No es nada—contestó Tom levantándose.
Paseó furioso por la sala, consigo mismo por haber tratado así a su mejor amigo, por no haberse dado cuenta antes de todo el sufrimiento por el que pasaba Bill, por acusarle de haberle traicionado cuando la verdad era que estaba haciendo todo lo posible para que su amor no viera la luz de tan macabra manera, contado por una persona enferma…
—Lo siento mucho, Andreas—se disculpó ante su amigo.
—Olvídalo—pidió Andreas suspirando—Ahora hay que cuidar bien de Bill, no dejar que le vuelva a atacar.
Se levantó y se fundió en un abrazo con su amigo, quien rompió a llorar contra su hombro. Se aferró a él, llorando por haber estado a punto de perder lo que más amaba en el mundo. A su hermano.
Su querido hermano pequeño…
Continúa…
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