
Fic TWC de lyra
Capítulo 6. Remordimientos
Regresó al apartamento al cabo de casi dos horas. Había perdido la noción del tiempo, había estado paseando sin rumbo fijo, buscando en la gente con la que se encontraba por el camino la cara de Bill.
Abrió la puerta corriendo, con la esperanza de que al entrar Bill saliera a recibirle, o sus compañeros le anunciaran que tenían buenas noticias. Pero solo vio sus caras largas y como le negaron con la cabeza, sin atreverse a pronunciar alguna palabra.
Suspiró frustrado y subió las escaleras. Se sentía mareado y decidió echarse un rato. Pero pasó de largo su habitación y entró en la de Bill. Se quedó en la puerta, observando el estado en el que había quedado.
La policía se había marchado hacía unas horas, llevándose alguna de las prendas de su hermano y su cepillo de dientes por si acaso. No hizo falta preguntar que querían decir con eso de “por si acaso”….por si aparecía muerto y necesitaban sacar de algún lado una muestra de ADN con la que comparar.
Entró del todo en la habitación y decidió recogerla. El armario estaba abierto y sobre la cama habían algunas camisetas, estuvieron buscando una que hubiera llevado recientemente y su aroma estuviera con más fuerza.
Les ayudó a escogerla, recordando que la mañana anterior llevaba una negra puesta sin ningún estampado y que se manchó con el Kétchup del almuerzo. La encontró tirada en el cesto de la ropa sucia que había en el baño de Bill y se la entregó, tras ver con dolorosos ojos esa mancha que se hizo hacía ya casi 24 horas, cuando estaba a su lado y a salvo.
— ¿Tom?
Se giró de inmediato, con la camiseta de Bill fuertemente cogida entre sus dedos.
—David está abajo, tiene que hablar contigo—explicó Gustav.
Asintió y dejó la camiseta donde estaba. Siguió a su compañero escaleras abajo y se sentó en la mesa de la cocina, donde sus compañeros preparaban un ligero almuerzo.
—No traigo nuevas noticias—comenzó a decir David con tono grave—Al menos he conseguido que la noticia no se filtrara a la prensa, no queremos que el secuestrador se ponga nervioso y actúe con la cabeza fría.
Todos tragaron saliva a sus palabras. Si cometían un error, por muy insignificante que pareciera, su amigo pagaría las consecuencias, y de una cruel manera.
—Tom, no me ha quedado más remedio que llamar a tus padres—siguió David con las malas noticias.
—Quería haberlo hecho yo mismo—dijo Tom con voz ronca.
—Lo sé, te llamé para decírtelo pero tenías el móvil apagado—explicó David.
—Le quité el sonido, no quería ser molestado….no me enteré de que estaba vibrando, lo siento… ¿Cómo se lo ha tomado mi madre?
—Hablé con Gordon, preferí que se lo contara él, estarán aquí esta noche, y tu padre también.
—Tengo que llamarla ahora mismo—dijo levantándose de golpe.
Subió las escaleras corriendo y entró en su habitación para poder hablar a solas con su madre. Cogió el móvil y marcó su número de memoria, esperando impacientemente a que le dieran señal.
— ¡Mamá!—exclamó cuando se lo cogió.
—Tom…. ¿dónde está Bill? ¿Sabes algo?—preguntó Simone llorando.
—No, lo siento….estamos haciendo todo lo posible por encontrarlo—explicó frotándose la frente.
— ¿Dónde estabas cuando todo pasó? Eres el hermano mayor, tenías que cuidar de él…. —le culpó Simone rompiendo a llorar más fuerte.
Escuchó como el móvil hacía unos ruidos raros, como si hubiera estado a punto de caer.
—Tom, soy Gordon. Perdona a tu madre, está muy trastornada…
—Es por mi culpa—dijo él también llorando.
—No, no es culpa tuya. Solo quiere volver a ver a tu hermano, estrecharle en sus brazos…
Dejó de escuchar a su padrastro. Eso mismo era lo que quería hacer él. Volver a ver a —, estrecharle con fuerza en sus brazos y no soltarle nunca.
Se despidió con esfuerzo hasta esa noche y cortó la comunicación. Sintió que se ahogaba de nuevo, la necesidad de abrir la puerta y salir corriendo.
Y así lo hizo. Bajó las escaleras y casi se chocó con uno de sus compañeros.
— ¡Tom! ¿A dónde vas?—preguntó Gustav.
—A buscar a Bill, no puedo quedarme de brazos cruzados—dijo Tom con firmeza.
—La policía ya le está buscando, nosotros no podemos hacer nada—trató de hacerle razonar Gustav.
—Soy su hermano, mi deber es rescatarlo—insistió Tom.
Abrió la puerta del apartamento y salió corriendo, sin escuchar las súplicas de sus compañeros que le pedían que les dejara ayudar también a ellos.
Pero no podía aceptar su ayuda. Ya lo había dicho su madre. Él era el hermano mayor, no debió dejarle solo, distanciarse solo porque lo que sentía por él le estaba matando por dentro….
Continuará…