
Fic TOLL de lyra
Capítulo 26
Siguieron besándose hasta que unos golpes les hicieron separarse de golpe. Tom soltó a Bill como si de repente quemara y le vio volverse dando la espalda a la puerta, pasándose las manos por el pelo comprobando que nada delataba que segundos antes le habían besado.
Tom carraspeó y colocándose delante de él dio permiso a la persona que llamaba, respirando profundamente para acallar su corazón, que sentía querer salirse de su pecho.
—Tom perdona, pero Gustav me envía para avisaros que os espera un coche abajo—explicó Andreas con timidez.
—Gracias…ahora bajamos—dijo Tom sonriendo.
Andreas asintió y cerrando de nuevo la puerta les dejó a solas. Tom suspiró y se volvió para mirar a Bill, quien continuaba de espaldas.
—Era Andreas—explicó en voz baja—Un coche nos espera y aún no hemos decidido donde hacer las fotos.
—¿Cómo vamos a trabajar tras lo ocurrido?—preguntó Bill volviéndose—Mi cuerpo aún tiembla, y una voz en mi cabeza me suplica que no siga con lo que hemos empezado.
—¿Y qué te dice tu corazón?—preguntó Tom, poniendo una mano en su pecho.
Bill cerró los ojos como respuesta, su corazón nunca antes había latido tan lleno de amor. Y Tom lo sentía, contra su palma.
—Vayamos poco a poco—dijo Tom llevando la mano hasta su barbilla y acariciándosela—No quiero obligarte a hacer nada que no quieras.
Bill sonrió y asintió con la cabeza.
—Tómate el café con calma y mientras pensamos donde hacer esas fotos—dijo Tom suspirando—Exactamente no sé qué es lo quiere ese cliente.
—Es un poco raro—comentó Bill—Es la primera vez que dejan en manos del fotógrafo escoger los escenarios. No nos vamos a pasar todo el día recorriendo la ciudad y que luego no le guste tu trabajo.
—Pues hagamos novillos—susurró Tom sonriendo con picardía—Estemos un par de horas trabajando y luego nos vamos a comer, o al cine.
—¡Al cine!—exclamó Bill sonriendo—Hace años que no voy.
—Compramos palomitas y nos metemos a ver una película—dijo Tom asintiendo—¿Cuál te gustaría ver?
—No sé yo si mis gustos y los tuyos serán parecidos—comentó Bill—A mí me gustan las románticas, pero diría que a ti te va más una de acción.
—Pues buscaremos alguna que haya de todo—dijo Tom guiñándole un ojo.
Le gustaba mucho ver sonreír a Bill, sobre todo cuando le mencionó ir al cine. ¿Él y Robert nunca habían ido? Le daba miedo preguntárselo, nombrar a Robert ahora que entre ellos empezaba a haber algo. No quería romper ese mágico momento y que Bill pensara que estaba haciendo algo mal.
No, a esas alturas, ya no había marcha atrás…
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Tal y como lo habían hablado, estuvieron trabajando hasta la hora de comer, luego decidieron que ya habían hecho bastante y buscaron un cine cercano al que entraron. Escogieron una película al gusto de los dos y Tom compró un cartón grande de palomitas para los dos a la vez que un refresco grande también con dos pajitas. Lo compartirían todo.
A esas horas el cine estaba medio vacío y aparte de ellos dos habían algunas parejas más dispersadas y algún que otro grupo de amigos. Escogieron dos asientos en una de las últimas filas y mientras esperaban que apagasen las luces comieron palomitas.
—Las fotos de la fuente serán las mejores—comentó Tom, al tiempo que se aseguraba que la cámara de fotos que se había llevado estaba a salvo en su cazadora—Nunca había estado allí.
—Es uno de mis rincones favoritos—murmuró Bill tras tomar un sorbo de coca cola.
No hacía falta que dijera más, Tom ya se hacía a la idea que fue con Robert con quien paseó por ese bello lugar.
—Espero que no nos pillen—dijo Bill entre risas—¿Qué pasará si David ve que solo le entregas 10 fotos?
—Le diré que escogí de entre todas y las demás no merecen la pena—contestó Tom encogiéndose de hombros—El trabajo corre prisa y seguro que no pide ver el resto.
Las luces se apagaron y se acomodaron mejor en sus asientos. Primero vieron unos cuantos comerciales de varias películas que se estrenarían próximamente y luego empezó la que habían ido a ver.
Los primeros minutos los pasaron entretenidos comiendo palomitas y compartiendo la bebida, pero cuando se les hubo terminado, Tom dejó los recipientes vacios a un lado y con toda naturalidad levantó un brazo y lo pasó sobre los hombros de Bill, quien se acomodó suspirando contra él.
La película estaba bien, pero Bill no estaba pendiente de ella. Sentía la mano de Tom puesta sobre su hombro, masajeándoselo con suavidad. Un gemido escapó de sus labios y girando la cabeza miró a Tom en la oscuridad. No hizo falta que dijera nada, Tom se inclinó sobre él y le besó con suavidad. Fue un breve beso al que siguieron varios más.
Hora y media después la película se terminaba y ellos se quedaron hasta el final. No se habían enterado de nada, habían pasado el tiempo compartiendo algún que otro beso y haciendo planes para el día siguiente. Esa noche Bill había prometido cenar con Robert y una vez fuera del cine regresaron a la empresa.
Allí se separaron con pesar, Tom bajó al sótano para ponerse a trabajar con las fotos hechas esa mañana y Bill desgraciadamente tuvo que ir a ver a David.
—Te he cambiado la agenda de mañana—dijo David nada más verle—El desfile de la tarde no hace falta que vayas, quieren tres modelos nuestros y como hoy has estado todo el día trabajando te doy libre la tarde de mañana. Seguro que mi padre lo agradecerá.
Eso último lo dijo en voz baja, resoplando tras terminar la frase. Bill se mordió el labio para no contestarle, ni replicarle. El desfile al que David se refería había sido concertado semanas antes y no se podían cambiar los planes de un día para otro sin un motivo importante. Pero para David, que él participara era un motivo más que suficiente.
—Por la mañana tienes que acercarte a la tienda de Dsquared para hablar de la nueva colección, querrán que te pruebes algún modelito que otro—siguió diciendo con cansancio David—Y luego tenías la comida con los de Dior, pero ya voy yo por ti.
—Me dará tiempo—murmuró Bill.
—No, déjalo—negó David con firmeza—Los temas que vamos a tratar no son asunto tuyo. Podrás irte a casa y comer con mi padre.
A Bill no le quedó más remedio que asentir, y viendo que ya no había nada más que decir se puso en pie y abandonó el despacho de David. Caminó por el pasillo como un sonámbulo hasta que llegó a uno de los baños y se encerró en el rompiendo a llorar amargamente.
Estaba pasando justo lo que se temía, David le estaba quitando trabajo para hacerle ver que eso era lo que le esperaba cuando Robert se fuera: la nada. Porque para él no era nada, solo la persona que se entrometió en una familia feliz destrozándola.
Y no podía hacer nada, no se atrevía a contárselo a Robert porque en su estado solo le alteraría y disgustaría. Y David lo sabía. Sabía que callaría y podía utilizarle a sus anchas sin que jamás su padre se enterase.
Lloró en silencio porque se sentía muy solo, ¿a quién podía acudir? A Tom no, ¿qué podía hacer él? Era un simple fotógrafo sin influencia alguna en la empresa…
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Cuando regresó a casa no tuvo el ánimo necesario para bajar a despedirse de Tom, no quería que notara que había estado llorando. Le mandó un mensaje al móvil, que le había dado esa misma tarde, explicándole que le dolía la cabeza y se iba a casa a descansar. Recibió la contestación de Tom al minuto, deseándole buenas noches y mandándole un beso. Borró el mensaje por miedo a que por casualidad Robert se lo viera…
Una vez en casa descubrió con tristeza que Robert estaba ya en la cama dormido. La señora Murphy había tenido el detalle de quedarse hasta que él regresara, le explicó que Robert tuvo apetito y cenó temprano para luego irse a descansar.
—Tienes la cena en el horno—explicó la señora Murphy sonriéndole con cariño—Hice también un pastel de manzana, espero que te guste.
—¡Muchas gracias!—exclamó Bill sintiendo que se le hacía la boca agua.
Era su postre favorito, estaba seguro que Robert se lo había dicho a la señora Murphy, quien siempre le hacía justo la comida que más le gustaba.
Se despidió de ella y viendo lo temprano que era decidió darse una ducha larga. Pero una vez en el baño cambió de idea y llenó la bañera. Echó unas sales aromáticas y tras desnudarse se metió en el agua. Cerró los ojos y respiró profundamente el agradable olor. Sonrió pensando que le recordaba a Tom, olía a lavanda y le había parecido percibir ese olor en la ropa de Tom, seguro del detergente que usara.
Siguió pensando en él, sin darse cuenta de que sus manos recorrían su cuerpo, bajando por su pecho, siguiendo por su estómago…cuando quiso darse cuenta sus dedos acariciaban una dura erección. Pero no paró, apretó los labios con fuerza y sin dejar de pensar en Tom se masturbó con rabia hasta que se derramó entre lágrimas…
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Esa noche casi la pasó en el sofá, apenas había cenado y se había quedado recostado en el tapado con una manta tratando de leer el libro de poesías que le había regalado a Robert. Pero no lograba concentrarse, su cabeza recordaba una y otra vez lo bien que lo había pasado en compañía de Tom, y lo mucho que había disfrutado dándose ese baño.
Sus ojos se cerraron y cuando los volvió a abrir eran casi las 4 de la madrugada. Se levantó gimiendo por lo bajo, le dolía el cuello debido a la posición tomada. Se lo masajeó camino del dormitorio donde Robert dormía plácidamente. Se acostó a su lado y trató de seguir durmiendo, pero se había desvelado. Y no podía dormir teniéndole a él al lado, haciéndole creer que aún le amaba cuando una parte de su corazón latía por otra persona…
Continúa…
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