Verdadero 39

Fic TOLL de lyra

Capítulo 39

Se sentía algo mejor tras haberlo hablado con Andreas, le supo comprender desde el principio y no le juzgó. Suspiró y mirando la hora que era, decidió que mejor levantarse del sofá y dejar la charla para más tarde.

—Será mejor que nos pongamos en marcha—dijo levantándose—Tenemos que dejar el piso vacío este viernes.

Andreas asintió y levantándose también empezó esa mudanza que tanto le costaba hacer. No le importaba irse a vivir con Anthony, era lo mejor que le podía haber pasado y le trataba con mucho cariño.

Pero le daba mucha pena separarse de Tom, le debía mucho y hubo una época donde también le llegó a amar con todo su corazón. No quería que se fuera estando como estaba, roto porque lo suyo con Bill no había salido como él deseaba.

Le echó una mano con sus cosas, mientras que Tom empaquetaba con cuidado sus cámaras fotográficas él se encargó de doblarle bien la ropa. Suspiró al ver varios modelos de aspecto caro, por lo que Tom le había contado el señor Miller le había dado una tarjeta de empresa para que se comprara todo lo necesario para conquistar a Bill.

Toda esa ropa era ahora de Tom, la tarjeta ya se había deshecho de ella rompiéndola el mismo día que Bill cortó con él. Aparte de eso, Robert Miller también le regaló el equipo necesario para que pudiera trabajar, pero Tom lo había devuelto esa misma mañana. No lo podía aceptar…

—Estás muy callado—murmuró Tom, sacándolo de sus pensamientos.

Andreas suspiró y siguió con lo que estaba.

—¿Quieres quedarte con algo?—preguntó Tom de repente—Coge lo que quieras, no creo que me vuelva a poner nada de lo que compré con el dinero del señor Miller.

—Yo…tampoco podría hacerlo—contestó Andreas.

—Lo guardaré todo y ya pensaré que hago—dijo Tom encogiéndose de hombros.

Siguieron trabajando en silencio hasta que llegó la hora de comer. Andreas había quedado con Anthony y Tom casi le echó del piso cuando le habló de cancelar los planes y quedarse a comer con él.

—Estoy bien, de verdad—dijo Tom cogiéndole del brazo—Ve y diviértete con tu novio.

Andreas cedió y tras despedirse con un beso en la mejilla se fue a regañadientes. Una vez a solas, Tom fue a la cocina y se preparó un bocadillo que comió sentado en el salón. Desde donde estaba podía ver la ventana, un cielo azul brillaba intensamente.

Suspiró y siguió comiendo, recordando todas las conversaciones que mantuvo con Robert Miller, todas por teléfono menos la última. Le quería ver en persona, Tom pensó en negarse pero escuchando su voz temblorosa no tuvo más remedio que ceder.

Ese día Bill tenía una comida importante y Gustav no había podido excusarle. Robert se encontraba en casa descansando en la cama, le dio la dirección y cuando llegó le abrió la señora Murphy, a la que reconoció como la encargada de limpiar la casa y hacer las comidas…

.

—El señor Miller le está esperando—le explicó cuando se identificó.

Tom asintió con la cabeza y siguió el camino que la señora Murphy le señaló. Llamó a la puerta y entró en el dormitorio, tratando de no pensar en que esa misma cama donde el seño Miller descansaba, la compartía cada noche con Bill.

—Pasa—dijo Robert con voz débil.

Así lo hizo Tom, sentándose en una silla que había cerca de la cama. No pudo evitar dirigir una mirada a una de las mesillas, sobre ella había varias fotos de Robert y Bill, en una de ellas aparecían abrazados con la torre Eiffel detrás de ellos. Se les veía muy enamorados…

—Te agradezco que hayas venido—dijo Robert sacándole de sus pensamientos—Bill está comiendo con Gustav y quise aprovechar para hablar en persona contigo.

Tom asintió y se sentó mejor en la silla, dispuesto a escucharle.

— Le amo mucho, tanto que me duele verlo atrapado aquí conmigo—susurró Robert con pesar.

—No se siente atrapado, le quiere mucho—le aseguró Tom con firmeza—No hay un solo momento que lamente estar con usted.

—Debería hacerlo…yo lo lamento por él…

—Y también debe saber que nunca ha dejado de amarlo—interrumpió Tom.

—¿Y tú? ¿Quieres de verdad a mi Bill?—quiso saber Robert.

—Con todo mi corazón—contestó Tom sin poderse contener

—¿Estarás a su lado cuando yo no esté?—preguntó Robert en voz baja.

—Sí, si él me acepta—aseguró Tom.

Robert asintió con la cabeza y sonrió con esfuerzo, eso era lo que quería escuchar.

—No quiero que sepa nada de esto, no hasta que yo me haya ido—pidió Robert.

—Lo prometo—dijo Tom con firmeza.

—Tenéis mi bendición, los dos. Házselo saber cuando llegue el momento—susurró Robert.

—Lo haré—prometió Tom.

—Entonces te necesitará…incluso más de lo que piensa…

Viendo que Robert estaba cansado, Tom dio la conversación por finalizada y se puso en pie. Le miró arrugando la frente, parecía que le costaba respirar.

—¿Quiere que llame a alguien?—preguntó, empezándose a asustar.

—No, enseguida se me pasara…gracias por venir…—contestó Robert con un hilo de voz.

Tom asintió con la cabeza y salió de la habitación, pensando que esa podía ser la última vez que hablaría con él…

.

Llegó el día de la despedida y Andreas no pudo evitar echarse a llorar. Andreas ya se había mudado del todo al piso de Anthony y Tom fue hasta la nueva empresa para la que había empezado a trabajar gracias a él. William Fox, gran amigo de Robert Miller, era su dueño. Tom le conocía por varios trabajos que había hecho para él y había recibido muchos cumplidos. Andreas iba a estar en buenas manos.

—Llámame cuando te hayas instalado—pidió Andreas abrazándolo—Y…ven a visitarme, te voy a echar muchos de menos.

Tom lo prometió y aunque sabía que Anthony estaba a escasos metros, no pudo evitar despedirse de su amigo con un breve beso en los labios, por los viejos tiempos.

Le soltó y tras estrechar la mano de Anthony les dejó que entrasen a trabajar. Se quedó varios minutos apoyado contra su coche, pensando si hacía lo correcto en alejarse de ese mundo que tanto le gustaba…

—¿Tom?

Se volvió a ver quien le llamaba, sonriendo a ver a Gustav. No había vuelto a saber nada de él desde que se llevara a Bill tras el funeral.

—Sabía que eras tú—dijo Gustav tendiéndole la mano.

Tom se la estrechó sonriendo ampliamente, Gustav siempre le había caído muy bien.

—¿Has venido para quedarte?—preguntó Gustav, viéndole negar con la cabeza—Una lástima. Sé que está Andreas y pensé que a lo mejor tú también te querrías quedar.

—Yo…no puedo—murmuro Tom.

—Ya…Bill tampoco pudo—dijo Gustav para su sorpresa—Robert lo había arreglado todo para que él y yo trabajásemos para el señor Fox, pero tras la lectura de su testamento Bill decidió irse.

—¿Donde?—preguntó Tom sin poderse contener.

—A Magdeburgo, a la casita que Robert le ha dejado—explicó Gustav—El piso donde vivían es ahora de David y…bueno, como comprenderás no le dio más de 2 días para que se fuera. Yo me encargué de la mudanza, Bill no estaba para eso y le dije que se fuera y lo dejara todo en mis manos. Precisamente tengo una caja con algunas de sus pertenencias, me gustaría llevárselas yo mismo porque son muy personales y si se pierden por el camino…

—Yo se las podía llevar—se ofreció Tom sin pensar.

Gustav se le quedó mirando, la verdad era que le haría un favor enorme ya que estaba hasta arriba de trabajo y pasaría al menos varias semanas hasta que pudiera escaparse y hacerle una visita a Bill.

—Claro, no hay ningún problema—accedió Gustav—Tengo la caja en el maletero del coche, acabo de recogerla de Modas Miller.

Tom asintió y le siguió donde había dejado aparcado el coche. Gustav sacó del maletero una caja pequeña donde le explicó que estaban algunos objetos personales que se había dejado con las prisas.

—David va a vender el piso—explicó Gustav suspirando—Dice que le trae recuerdos…dolorosos.

Tom resopló por lo bajo, lo último que querría tener David era algo que le recordara ese amor que hubo entre su padre y un chico que podría ser su hijo.

—Estuvo viviendo conmigo—dijo de repente Gustav—Bill, desde el entierro me lo llevé a mi casa y se quedó hasta la lectura del testamento que casi impugna David. ¿Sabías que algunos modelos de la empresa estaban diseñados por Bill?

—Sí, algo me comentó una vez—murmuró Tom carraspeando.

—Yo también lo sabía—afirmó Gustav—Era la mano derecha de Robert y estaba al tanto de más cosas de las que David creía. Pues todos los derechos de esos modelos y las ganancias obtenidas por sus ventas pertenecen solo a Bill. Y es muy bueno, a decir verdad sus trabajos son los más vendidos y gracias a eso podrá vivir con todas las comodidades que necesite. Y Robert no le ha dejado en la calle como David esperaba, sabía que el piso sería para él junto con otros inmuebles y algunos que dejó a su ex mujer, pero la casita de Magdeburgo está a nombre de Bill, y nada más saberlo tomó la decisión de irse a vivir allí. Es un lugar tranquilo y siempre le gustó.

Tom escuchaba en silencio, pensando en que Robert lo había dispuesto todo perfectamente sabiendo lo que haría su hijo una vez él no estuviera. Y acertó de lleno, si no fuera por él Bill estaría en la calle y sin nada en esos momentos.

—Ve a por él Tom—pidió Gustav—Sé que…fuisteis muy amigos, lo está pasando muy mal y no debería estar solo.

Tom se le quedó mirando, ¿qué más sabía Gustav que no le quería contar? Tal vez estaba enterado de que entre Bill y él hubo más que una amistad, tal vez Robert le contara sus planes o era tan listo que no supo pasar esas miradas que se dirigían, ni la manera en la que Bill le sonreía.

Asintió con la cabeza y tras estrechar su mano se puso en camino con una sola idea en la cabeza: no volver con las manos vacías.

Continúa…

*la conversación de Tom con Robert está sacada íntegramente de la película en la que me baso (al final os digo título y dejo enlace, aunque es en ingles)

por lyra

Escritora del Fandom

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