Vida de padre

«Vida de padre»

(One-Shot de Yulya18)

— ¿Estás hablando en serio? — preguntó un joven de 18 años, mirando a la persona que lo acompañaba con los ojos muy abiertos.

— No podría equivocarme nunca con esto, Tomas Kaulitz. — respondió malhumorado su gemelo. ‘¿Es qué acaso tendría que probárselo?’

— Es que… esto… esto es… — balbuceó el gemelo mayor.

— ¿Estás molesto con lo que te he dicho? — preguntó con miedo Bill.

Su hermano notó como su mirada se volvía triste así que rápidamente tomó a su hermano de la cintura y pegándolo lo más que pudo contra su cuerpo, lo besó con toda la pasión que sentía por él. Misma pasión con la que lo besaba desde hacia 2 años, cuando habían confesando sus verdaderos sentimientos por el otro.

— Estoy muy feliz con la noticia mi amor. — le dijo Tom, bajando sus manos hacia el vientre de su hermano y acariciando feliz su piel desnuda.

Y es que su hermano le había dado la mejor noticia que alguien pudiera recibir. Bill… su Bill… estaba esperando un hijo suyo.

Iba a ser padre.

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6 meses

— Tomi, Tomi despierta… Tomi, ¡despierta! — gritó Bill, haciendo que su hermano se despertara rápidamente, mirando asustado a ambos lados de la habitación.

— ¿Qué sucede? ¿Dónde es el incendio?

— No hay ningún incendio Tomi. — dijo el joven embarazado en voz baja.

— ¿Entonces qué sucede?

— Tu hijo tiene hambre mi amor. — susurró el menor de los Kaulitz empezando a hacer un lindo puchero. Él sabia, así como Tom también sabía, que cuando hacia puchero, nadie le podía negar nada. Y menos estando embarazado.

— Ay, mi amor. ¿Y qué se le antoja a Tom junior? — preguntó el otro padre, subiendo la camiseta de su hermano y posando sus labios en su abultado vientre.

Bill sonrió alegre y acarició con suavidad las largas rastas de su hermano.

— Queremos pastel de fresa, Tomi. — hizo nuevamente un puchero.

— Bueno. — se levantó de la cama y buscó unos pantalones y una casaca para salir a comprar lo que Bill le pedía. — Ahora regreso mis amores. — se despidió Tom, acercándose a la cama y dándole un beso a Bill en los labios y otro en el vientre.

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9 meses

— Respira hondo Bill. — rogó Tom a su gemelo.

Se encontraban en el hospital desde hacia ya tres horas. Antes habían estado en un centro comercial, comprando algunas cosas más para el bebe, cuando estando a punto de pedir algo para almorzar, Bill se dobló en dos y ambos hermanos vieron como un líquido manchaba los pantalones del menor. Había llegado el momento.

El hijo de ambos estaba listo para venir al mundo.

— Eso intento, Tomi. Pero duele… duele mucho. — gimió lastimeramente el menor, apretando la mano de su pareja al sentir como venia otra contracción.

— Ya falta poco mi amor. Tendremos a nuestro bebé en nuestros brazos. ¿Puedes ser fuerte por mí? — le preguntó Tom cariñosamente. Su hermano estaba soportando bastante bien el parto y él quería que siguiera estando lo más tranquilo posible.

— Lo intentaré Tomi. — le dijo Bill, acercando sus labios para que fueran besados.

Dos horas después, luego de varias contracciones muy dolorosas y de pujar sin cesar, el llanto de un niño inundaba la sala de partos.

Ambos padres escuchaban maravillados ese llanto. Era el del fruto de su amor prohibido pero maravilloso.

La doctora que atendía a Bill terminó de curarlo, mientras una enfermera limpiaba al bebé, antes de entregárselo a su feliz padre, quien al tomarlo en brazos no pudo evitar llorar de felicidad.

‘Nuestro bebe. Mio y de Bill.’ fue lo primero que pensó al ver a tan hermosa criatura en sus brazos.

Se acercó a Bill con el bebé en brazos y no dudó en ponerlo ahora en los de su ‘madre’.

— Mira Billa, nuestro bebé.

— ¿Qué es, Tomi? — preguntó curioso el menor.

— Es un hermoso niño, señor Kaulitz. — respondió esta vez la doctora que lo terminaba de limpiar.

Bill se puso a llorar cuando supo esto, acunándolo con fuerza entre sus brazos.

Tom veía a las dos personitas más importantes en su vida con un solo pensamiento.

‘Ya soy papá.’

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1 año después

Tom entró a su casa luego de un día de trabajo en la discográfica. Él era uno de los compositores más importantes del país y ahora que había recibido un reconocimiento por todos sus logros, el trabajo no dejaba de llegar.

— Bill. ¿Dónde estás? — preguntó, dejando su maletín al lado de la entrada.

— En la cocina, amor. — fue la respuesta que obtuvo. Tom fue en esa dirección, encontrándose ahí una imagen deslumbrante.

Ahí estaba su sexy hermano, el amor de su vida y a su lado estaba el hijo de ambos, Georg Kaulitz. La adoración de Tom.

— Hola amor. — le saludó Bill, dándole un largo beso en los labios, que el de rastas no dudó en responder. — ¿Qué tal el trabajo? — preguntó mientras sacaba un plato de la alacena y le empezaba a servir la cena.

El stress de siempre, pero ya dejé todo listo para faltar unos días sin que haya ningún problema. — fue su respuesta. Se acercó a la mesa y se dejó caer en una silla, atrayendo hacia él al pequeño Georg y haciéndolo sentarse en su regazo.

— ¿Y como está mi pequeñito? — le hizo cosquillas a su hijo, haciéndolo reír con todas sus fuerzas. Pronto dejó de hacerle cosquillas para que su hijo pudiera darle el beso que siempre le daba cuando lo veía.

— Pa… pá. — dijo lentamente el pequeño, haciendo que ambos padres lo miraran asombrados.

— ¿Qué dijiste, Georg? — preguntó Bill anonadado.

— Pa… pá. — repitió, esta vez con mas confianza, mirando fijamente a Tom antes de empinarse en su regazo y darle otro beso.

Ambos hermanos no podían estar más felices con la primera palabra que su amado hijito había pronunciado.

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5 años

— ¿Listo, campeón? ¿Tienes todo lo que necesitas? — preguntó Tom a su hijo Georg.

Hoy era el primer día de clases del pequeño y sus dos padres estaban muy emocionados por él.

— Tengo miedo papi. —confesó el pequeño, abrazándose con fuerza a su padre.

— No hay nada que temer, bebe. Vas a ver que te vas a divertir. — le sonrió Bill, su otro padre. Ya se esperaba una reacción así de parte de su bebé.

— ¿De verdad? — preguntó curioso Georg.

— Te lo prometo. Solo serán un par de horas y podrás hacer muchos amigos aquí. Y lo más importante… podrás jugar con lo que te regalé. Eso que yo sé y que tu sabes, pero que tu papi Bill no debe saber, ¿recuerdas? — le dijo Tom a su hijo en voz baja, aprovechando que su gemelo y pareja hablaba con la que sería profesora de Georg. Le guiño un ojo a su hijo al ver como se iluminaba su lindo rostro y ahora si se mostraba emocionado por ir a la escuela.

— ¡Está bien, papi! — chilló emocionado Georg, abrazando una vez más a su papá Tom antes de entrar a su salón de clases. Tom se quedó un rato mas, viendo como su hijo empezaba a hablar con dos niñitos rubios. Luego se enteraría que ellos eran Andreas Yndlings y Gustav Schäfer.

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16 años

— Papá, ¿tienes un minuto? — preguntó un joven de cabello muy largo y castaño, entrando al estudio de su padre.

— Pasa, Georg. ¿Qué sucede? — preguntó un Tom Kaulitz de 35 años, sentándose en uno de los sillones y esperando que su hijo hiciera lo mismo.

— Papá… emmm… ¿cómo supiste que amabas a mi papá Bill? — preguntó nervioso.

— Mmm… bueno, nuestro caso fue diferente. Hemos estado juntos desde antes de nacer… que nos pareció normal estar juntos como pareja. ¿Por qué la pregunta? — ya sabía a dónde quería llegar su hijo, pero no quería presionarlo. Esperaría que lo dijera a su debido tiempo.

— Mmm… verás papá… ¿Recuerdas a Gustav? ¿Gustav Schäfer?

— Por supuesto. Tu mejor amigo. ¿Qué sucede con él? — se hizo el desentendido Tom.

— Pues… Gustav y yo… ehhh… nosotros… — respiró hondo. — … nosotros estamos juntos. — soltó antes de arrepentirse.

— Oh, Georg. Estoy tan feliz por ti. ¿Ya se lo dijiste a tu padre? — le dijo mientras lo abrazaba con cariño.

— Aún no. Quería decírtelo a ti primero. Quería saber cómo te tomarías esta noticia. — dijo bajando levemente el rostro.

— Bueno. Entonces solo tengo que decirte… que espero que traigas a Gustav pronto a casa para una cena familiar. Sabes que Bill no te dejará en paz hasta que los vea besándose. — le bromeó a su hijo, logrando que se relajara.

— Gracias papá. — abrazó por ultima vez Georg a Tom, antes de salir en busca de su otro padre.

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25 años

— ¡Ya llegamos! — gritó un hombre de 43 años, acompañado de su pareja.

— ¡Papás! Que bueno que ya están aquí. Elizabeth no se estaba quieta. — dijo un cansado Georg Kaulitz, pasándole a su hija a su papá Tom, lo que hizo que la pequeña se calmara instantáneamente y se acomodará contra su abuelo.

— Aún no se como lo haces, papá. — confesó el hijo de los gemelos Kaulitz.

— A veces yo me pregunto lo mismo, Georg. —respondió Bill, abrazando a su hijo. — ¿Y Gustav?

— Arriba con sus padres. Querían ver la nueva decoración del cuarto de Beth.

— Ese día, la nieta de los gemelos cumplía un añito de vida y sus cuatro abuelos más sus padres estaban en la sala, cantándole a la adorable Elizabeth, quien en brazos de sus dos padres, miraba feliz la enorme torta que los padres de Gustav le habían traído.

Terminaron de cantar y los felices padres acercaron a su hija a la torta para que soplara las velas. La pequeña luego se abrazó con fuerza al cuello de Georg y de Gustav y soltó su primera palabra.

— Pa… pá. — balbuceó la bebe, dejando callados a todos. — Pa… pá. — volvió a repetir, besando a sus padres en las mejillas, lo que hizo enternecer el corazón de todos los presentes, en especial el de Tom, a quien esta situación le recordaba cuando su pequeño Georg había dicho su primera palabra.

Y ahora su pequeño había crecido, hecho su propia familia al lado del chico que amaba y vivía la maravillosa experiencia de ser padre.

En ese momento, Tom abrazó con fuerza a Bill mientras pensaba que la vida no podría ser mas dulce.

F I N

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