Te quiero de vuelta 14

Fic TOLL de Myla Near

Capítulo 14

– Bill, tengo tantas cosas que preguntarte, que no sé por dónde empezar. – dijo Leah caminando por la habitación y mirando a su amigo que seguía acostado en su cama.

– Puedes empezar por donde te plazca, te responderé. – se acomodó en la cama para poder mirar a su amiga.

– Bien… primero: ¿qué te crees dándole besos a la gente que recién conoces? – se acercó a la cama y susurró. El pelinegro arrugó la nariz.

– Eso fue un «deslice», estaba triste y enojado y doblemente enojado porque Tom no me llamaba y me había abandonado. 

– ¿Abandonado? 

– La vez que fuimos a la casa de Geo, después de que tomamos desayuno nos fuimos a mi casa y lo hicimos y… se fue sin despedirse de mi. 

– Eso apesta… pero en fin. No quiero decir te lo dije con respecto a la pelirroja esa, pero tú me obligas. 

– No, no te obligo. Es más, si tan sólo haces lo que quieres hacerle sin tanto rodeo, estará bien, si es que lo haces. –

– Lo haré, de verdad, lo haré. ¿Cómo empezaste a sospechar de esos dos? 

– Es que… empezaron a ser muy obvios, creo. Me ignoraban y la actitud de Tara empezó a cambiar. – Leah alcanzó a aclarar todas las dudas que tenía para con su amigo, cuando golpearon la puerta de su pieza, se sobresaltaron un poco pues los tomó por sorpresa. El pelinegro se puso de pie y abrió la puerta ya que su amiga se cambiaba las zapatillas. La persona que tocaba la puerta era de su total agrado por lo que se lanzó a sus brazos y empezó a besarla, era Tom.

– ¿Qué tanto hablan aquí encerrados? – preguntó el de trenza caminando adentro de la habitación con el otro abrazado a su cuello. – ¡Leah, vístete! – dijo riéndose y entrando más en el cuarto. Bill se giró para mirarla y ella se estaba cambiando de nuevo la polera, esta vez por una negra de mangas largas, las zapatillas que se puso también eran negras y le llegaban un poco más arriba del tobillo, todo eso combinaba con sus pantalones negros.

– Estoy lista, pero mi pelo es muy fosforescente, necesito una peluca. – el menor de los pelinegros sabía qué tramaba, o al menos lo que podría hacer estando vestida así, pero en cambio el mayor estaba más perdido, no entendía nada. – Billy, sólo necesito la dirección y estaría lista, lista. – el de rastas se soltó de Tom y se acercó a ella, le susurró la dirección y ella la memorizó.

– Sin estupideces. – dijo el de rastas con una mirada seria, la chica bufó y asintió. Bajaron al primer piso y Gustav estaba ahí, sentado mirando la tele.

– Gustav, yo voy a salir. Te quedas aquí para abrirme la puerta, no llevo nada de nada de nada. – Bill y Tom se sentaron junto al rubio y se despidieron de la chica.

– Seguramente irá a encontrarse con «alguien», jajaja. – se rio el rubio cambiando el canal.

Los pelinegros se rieron, pero el de rastas sabía que no iba a encontrarse con «alguien» sino que iba a aclarar las cosas que él no quería aclarar, con cierta persona que no quería volver a ver. Lo pensó bien y eso lo dejaba como un cobarde, además se quería ir… «oh, no. Soy un cobarde» pensó removiéndose en el sofá un tanto incomodo.

Estuvieron los 3 solos hablando durante mucho rato, hasta que los pelinegros decidieron irse. Cuando lo hicieron la chica aún no llegaba. Se despidieron del rubio y salieron de la casa, se dirigieron al auto de Tom y se apoyaron en el capó, más bien el mayor lo hizo y el menor solo se apoyó sobre su cuerpo.

– ¿Le dijiste a la rubia que se hiciera el examen? – preguntó el de rastas mirando a los ojos a su ex no tan ex.

– Sí, le dije y también le dije la razón por la que quería que se lo hiciera: tú. – el menor abrió levemente la boca, sorprendido.

– ¿Y qué dijo? ¿Cómo reaccionó? – preguntó un tanto preocupado, pero a la vez un tanto emocionado. El hecho de ser un rompe-relaciones no lo incomodaba en lo más mínimo, menos si era por Tom.

– No te voy a decir las cosas que dijo, son irreproducibles y reaccionó mal. Se puso a llorar muy enojada y me cacheteó, por eso salí. – el menor asintió y entonces continuó hablando. 

Antes de que me pegara me dijo que se lo iba a hacer y nos llevaríamos una sorpresa, pero cuando le dije que yo elegiría el lugar donde se haría el examen… me cacheteó. 

– Tom… yo creo que entonces no está embarazada, porque si lo estuviera no tendría problema. ¿Tú no desconfías de ella? – el mayor pensó varios minutos antes de responder.

– Desde lo que pasó hoy, sí, desconfío. Y lo he decidido, no esperaré por los resultados, la dejaré y quiero que tú estés presente cuando lo haga. – eso si que no se lo esperaba nunca, abrió la sorprendido y no supo qué decir.

– ¿Estás seguro? – el otro asintió. – Pero Tom, es que… ¿y si se lo toma a mal? 

– Por supuesto que se lo tomará a mal, pero tiene que aceptar que ya no la quiero. Le daré el dinero necesario para un pasaje de vuelta a su casa, no puede pedir más. – el menor sonrió y se abrazó al cuello del otro para apoyar la cabeza en su cuello, feliz.

– Te… te agradezco que hagas todo esto por mi. 

– Me gusta hacerlo no te preocupes. – le dio un pequeño beso en los labios y lo miró unos minutos antes de hablar. – Si no anduvieras en tu auto te iría a dejar a tu casa para… cerciorarme de que llegas a salvo. – rodó los ojos divertidamente y eso hizo que el de rastas se riera.

– Pero si quieres puedo dejar mi auto aquí y te aseguras de que ningún violador entre a mi departamento. 

– ¿Y mañana en qué irías a trabajar? Te aseguro que me encantaría ir a tu departamento y violarte una y mil veces, pero no puedo dejarte sin movilización. – era cierto, su trabajo, había olvidado completamente que tenía que ir a trabajar al otro día y como estaba tan convencido de que renunciaría… pero se decidió. Decidió que no mostraría más actitudes cobardes frente a los otros dos que lo engañaron, ya mucho tendría que soportar con tener que aguantar que la pelirroja teñida le recriminara que no se defendía solo como para que lo molestara porque se iba. ¡Eso nunca!

– Tienes razón, mañana tengo que ir a trabajar. No quiero, preferiría quedarme contigo en mi cama, acostados y… quien sabe. – se sonrieron y se besaron, después el menor se acordó de su rubio amigo y lo solo que había quedado, o cuando se quedó dormido en el piso cuando se juntaron hacía un par de días. – Gustav está algo solo… digo, a lo que me refiero es que nunca ha mencionado a nadie. Nunca ha dicho que le gusta alguien. – el mayor lo pensó y estuvo de acuerdo.

– Tienes razón, le presentaría a alguien, pero no conozco a nadie adecuado, adecuada. Jajaja, ¿y tú? ¿Conoces a alguien que podamos presentarle? – el de rastas pensó, aún abrazado al cuello del otro, pensó durante varios minutos hasta que tuvo una muy buena persona en mente.

– Conozco a una chica, pero no sé si esté «disponible», ¿me entiendes? Su nombre es Estella, trabaja en la editorial, le preguntaré si tiene interés en conocer a mi amigo, la personita más tiernita que conozco. 

– Con que es la persona más tiernita que conoces. 

– Sí, es tan… ¡no sé! Si hasta parece un osito. – al parecer no se había dado cuenta de que Tom estaba con los celos a flor de piel.

– Un osito. – e iban en aumento.

– Sí, uno que puedes apretar y no sé, es tan… ¡Tom, acuéstate conmigo! – eso no se lo esperaba, eso si que lo tomó por sorpresa. Los celos que iban en aumento, se devolvieron a su lugar de origen con el fogoso beso que Bill le plantó en los labios.

– ¿Seguro? – preguntó aún sin salir de su asombro.

– ¡Por supuesto que sí! – subió una de sus piernas a la cadera de Tom y, como un desesperado, hizo que el de trenzas se recostara en el capó del auto.

– Bill, por si no te has dado cuenta estamos al aire libre. – dijo separándolo de su boca para hablarle, entonces Bill recién cayó en la cuenta de lo que le decían. Entonces se enderezó y se arregló un poco la ropa.

– ¿Cómo es que pasamos de hablar de Gustav a esto? – pregunto respirando agitadamente.

– No lo sé. Tu hablabas de que era un osito, el más tierno que conoces y de pronto me pediste que me acostara contigo. – por el tono que usó el de rastas se dio cuenta, recién, de que el otro estaba celoso.

– No te pongas así. Será tierno y todo lo que quieras, pero a mi me gustas tú no él, me gusta acostarme contigo no con él, me gusta pasar el tiempo contigo no con él, así que por favor… no te pongas celoso y hagámoslo en mi auto. – el mayor sonrió y Bill lo tomó de una mano para llevarlo a su auto. -Quiero que lo hagamos acá, porque ya lo hicimos en tu auto. – dijo sacándole la alarma y abriendo la puerta trasera, se subió y luego lo hizo Tom.

– Me parece justo. – cerró la puerta tras de sí y se acomodó sobre el cuerpo del otro. –Entonces le presentarás a Gustav a tu amiga. –

– Sí, pero hablemos eso mañana u otro día. Ahora terminemos lo que aún no empezamos. –y dicho eso se «comió» los labios de Tom.

Se desvistieron rápidamente y tras tocarse varios minutos por fin el mayor se introdujo dentro del otro. Como en la mayoría de las veces que lo habían hecho al principio fue lento y con cuidado, pero a medida que transcurrían los minutos el ritmo se volvía desesperado y salvaje. Iban bien, demasiado bien, hasta que de la boca de Bill se escapó algo que ninguno de los dos se esperaba.

– ¡Oh… Tom! Aah… sí, más Tom, más… te amo, Tom. – dicho eso abrió sus ojos lo más que pudo, quedando inmóvil mirando el techo del auto. Por otro lado Tom detuvo sus embestidas y se quedó mirando atónito la cara del pelinegro bajo su cuerpo.

– Wow… – fue lo único que salió de sus labios los primeros segundos.

– Oh, Tom… yo no.. lo siento, yo… se me salió y… – no se atrevía a mirarlo a la cara y menos a los ojos. Seguía mirando el techo de su auto.

– Yo también… – lo interrumpió y Bill se quedó en silencio por la sorpresa. No sabía qué decir. – Yo también te amo. – susurró y entonces el otro lo miró a los ojos. Lo besó y le sonrió, entonces después de eso y con una declaración de las grandes siguieron en lo que estaban.

Terminaron los dos al mismo tiempo y no podían parar de sonreírse. Los había puesto muy felices, a ambos, saber que el otro aún sentía lo mismo, o incluso más, que antes. Se vistieron y se bajaron del auto para despedirse.

– Iré a tu casa mañana como a las 9 para que vayamos a hablar con Ash, ¿te parece? – el menor asintió.

– Te amo. – dijo consciente de sus palabras y lo besó. El mayor sonrió dentro del beso y lo tomó más fuerte por la cintura.

– Yo también te amo y mucho. – se despidieron con un beso tierno y un poco tristes por separarse se subieron a sus autos y partieron a sus casas.

El de trenzas cuando llegaba a su casa se puso de mal humor. Encontró estúpido tener que separarse de Bill e irse con otra a pasar la noche (claro que no dormían juntos, hacía tiempo que no lo hacían) siendo que ya se habían declarado amor y todo eso. Pero pensó que sería un poco mejor y que quizás podría decirle a Ashley lo que ocurriría al día siguiente.

Recordar que en tan solo un día más podría pedirle a Bill volver, le subió un poco el ánimo.

Llegó a la casa y al entrar la rubia estaba sentada en uno de los sofás con unos papeles en las manos. – ¿Qué es eso? – preguntó él cerrando la puerta y luego acercándose hasta donde ella estaba.

– Es un poder. Yo sé que estoy embarazada, sé que tu eres el padre como también sé que no quiero quedarme con este hijo si tu no vas a estar conmigo. – Tom no entendió eso, entonces agudizó sus sentidos y se sentó en un sofá frente a la chica.

– No entiendo, sé más clara. – la rubia suspiró y lo miró.

– Me voy a hacer el maldito examen, en dónde sea que tú quieras. Pero no me voy a hacer cargo del bebé, te lo voy a dejar a ti, para que juegues a la familia con ese maricón de rastas. Yo me voy a ir y no te quiero ver más ni a ti ni a ese otro. – el de trenzas quedó atónito, tanto que abrió la por la sorpresa.

– ¿De qué estás hablando? No… no te entiendo. 

– Tom… yo sé que si no terminas conmigo, me serás infiel día y noche con Bill, entonces es mejor terminar ahora. Y como estoy esperando un hijo tuyo y no tengo como mantenerlo en ésta ciudad, fui a una notaría y saqué un poder que te deja con la custodia completa del bebé. No será necesario un juicio. 

– O sea que… ¿qué? 

– ¡Por dios, Tom, como tan idiota! Terminamos, ya no estamos juntos. Ahora, cuando pasen 9 meses me contactaré contigo y te entregaré al bebé. ¿Entendiste ahora? – el pelinegro no se la podía creer. De verdad que no se la podía creer, nunca en su vida pensó que tendría que enfrentarse a alguna situación como esa.

– Eso quiere decir que sí estás embarazada. – dijo afirmando más que preguntando.

– Sí, lo estoy. Toma, me tomé la molestia de fotocopiarlo. – le extendió una carpeta que contenía adentro los papeles del poder total sobre el bebé que nacería. – Como ya no estamos juntos, me voy. Hablé con una amigo mío que me acogerá en su casa. – se puso de pie y caminó hasta los pies de la escalera. El de trenzas no tenía palabras y cuando vio a la rubia pararse junto a unas maletas, se hiperventiló internamente. Eso lo bloqueó completamente dejándolo inhabilitado para hacer cualquier cosa.

– Espera. – venció el bloqueo corporal y mental que tenía y se puso de pie, caminó hasta donde la rubia estaba de pie. – ¿Cómo es posible que hagas algo así tan rápido? N-no es posible. Hay que esperar el resultado del examen y no sé… muchas cosas. –

– No hay muchas cosas para resolver, Tom. Lo único sin resolver aquí es el sexo del bebé, porque tú te quedarás con ese mariconcito que no sé qué tiene que yo no tenga, yo me iré y no me verás más, claro después de entregarte el bebé y… eso sería. – la rubia tomó las maletas y cuando iba a caminar Tom la detuvo por un brazo.

– Pero no entiendo, ¿por qué me lo dejas a mi? ¿Cómo sé yo que es mío? – Ashley enfureció con eso, tanto que le pegó una cachetada que lo hizo voltear la cara, muy puta podrá verse, pero la chica había sido fiel todo el tiempo.

– ¿No quieres a tu hijo? Bien, lo daré en adopción, lo único que quiero es irme. Dejarte atrás, como tu no te atreviste a hacerlo lo hago yo, te dejo. – soltó las maletas para quitarle la carpeta de las manos, pero él no lo permitió.

– Si estás tan decidida y apurada en irte, me lo quedaré. Pero esto si pasará por juicio, me haré cargo de que no lo veas nunca y… 

– Eso no es necesario. Voy a desaparecer de tu vida ¿qué parte no entiendes? No tengo intenciones de ver al bebé. Puedes decirle a Bill que sea su mami, estoy segura de que aceptará encantada, digo, encantado. –

– ¡No hables mal de él cuando estés frente a mi! ¡Él es mil putas veces mejor que tú en todo sentido! ¡En todo sentido! Podrá no tener tetas o culo, ¡pero es bueno de alma! Por eso estoy enamorado de él. – al terminar de decir eso, respiró profundamente y se llevó una mano a la frente. Cuando insultaban a Bill se esa forma no podía soportarlo. Una vez, cuando jóvenes, dejó inconsciente y en el hospital a un muchacho un año más grande que él por decirle a Bill que parecía mujer.

Sólo porque Ashley era mujer no le había aventado un golpe. – Enamorado. – repitió la chica mirándolo a los ojos con los propios aguados, tenía conocimiento de que Tom ya no la amaba como antes, pero de ahí a que le escupiera en la cara que ya estaba enamorado… ¡fue demasiado para ella! Entonces tomó sus maletas y salió de la casa, el de trenzas se paró en la puerta para mirarla. Ella se giró. – Mañana… cuando estemos más calmados, terminaremos de hablar, ¿te parece o estarás ocupado con tu amorcito? 

– Deja de provocarme, la única que sale herida eres tú. Y sí, estaré con mi «amorcito» y también vamos a hablar, hablaremos los tres juntos. – la rubia no dijo nada ante eso, solo se dio la vuelta y caminó. Tom no supo dónde, pero suponía que iría a por un taxi que la dejara en casa de su amigo. Después de quedarse un par de minutos respirando el aire, en la puerta, decidió entrarse y lo hizo. Se fue a sentar en los sofás.

Miró el papel que le daba el poder absoluto sobre algo que todavía ni siquiera sabía si existía. Lo leyó varios minutos y después de eso suspiró sonoramente. Por lo menos le había dejado el camino libre para estar con Bill, era un gran paso ¿no?

Dejó la carpeta en los sofás y se fue a su habitación. Pensando en que si la chica se había dado la molesta tarea de esperar por un simple papel era por algo, empezaba a dudar en pedirle que se hiciera el examen. Pero no desistiría, le había prometido a Bill que le diría que se lo hiciera y ahora que lo había hecho no hay marcha atrás. No le cuadraban muchas cosas, pero no sabía cuáles eran, sólo tenía el presentimiento de que le faltaba por completar algo. – ¡Odio no saber lo que quiero! – gritó tirándose encima de la cama boca abajo, ahogando varios gritos más en la almohada.

Se giró y quedó mirando el techo. Pensó en cómo le diría a Bill que se transformarían en padres (sólo si el otro aceptaba) de un día para otro. O por lo menos él iba a ser padre y Bill solo iba a ser… – ¡Ahh! ¡No sé nada! Calma, Tom, empieza de nuevo. – pensó en cómo le diría a Bill que tenían que hablar con Ashley sobre el bebé que había dejado bajo su cargo y que si él aceptaba también sería su hijo, por lo tanto… – ¡No! ¡Tampoco sirve! ¡Eres como Tony Harrison para las estrategias, Tom! – se golpeó levemente la frente y presionó en sus sienes.

La tercera es la vencida. Le diría a Bill exactamente lo que Ashley le había dicho a él, que le iba a dejar a cargo de un hijo, su hijo, que ella desaparecería de sus vidas y… en fin, ustedes saben qué dijo. Y después de terminar de contarle, respondería todas las preguntas que el otro pelinegro tuviera. Sólo esperaba que no se asustara ante la idea de ser padre de un hijo que no es de él y lo deje, esta vez para siempre.

– ¡Ay, no! ¡Me va a dejar si le digo! Pero no puedo ocultárselo, terminará enterándose igual.

Pero se asustará, insisto. Si no cruzas el puente no sabes qué hay al otro lado. ¿Qué? No sé, sólo… sólo espero que no me deje. No lo soportaría. – se volvió a acostar en la cama (ya que cuando se asustó porque Bill podría dejarlo, se puso de pie más rápido que flash) y puso sus manos bajo su nuca, sin dejar de mirar el techo y con los pies cruzados.

Se durmió, después de acomodarse, con la ropa puesta. Estaba tan asustado que tuvo la pesadilla más horrible de toda su vida: Bill lo dejaba y se iba con Ashley (en la pesadilla la rubia sí estaba embarazada, pero el bebé era de Bill) y lo dejaban diciéndole que nunca lo amaron. Una verdadera mierda.

– No, no puedo quedármelo no. No lo haré. – dijo despertando en mitad de la noche. Al parecer todo lo que había pensado de decirle a Bill y pedirle que lo cuidaran se fue por el baño y decidió no quedárselo. Lo sentía por Ashley, pero sus padres sí tenían los recursos para mantenerla a ella y al bebé. – Ahora sólo tengo que decírselo a ella. – y después de pensar eso en voz alta, se durmió.

Continúa…

¿Qué tal? ¿Les gustó? Si no les gustó no importa, lo soportaré xd es que no sé no me convence para nada. Aunque si les gustó *OO* GENIAL! Bueno, esperaré sus comentarios (: Nos leemos 😀

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2 comentario en “Te quiero de vuelta 14”
  1. Al menos ahora ya no tengo la preocupación de que Tom abandonara a Bill por la loca. Lo único que me preocupa es que el embarazo si sea real, imagínate al pobre de Bill teniendo que ver por el resto de sus días al bebé de la ex de Tom, que pesadillaaaaa 😭

  2. Puchito mi niño, aveces cuando hay muchos atajos en una relación, da miedo intentarlo cuando peligro sabes que no puede funcionar, espero que si funcione ❤️‍🔥 y que la oxigenada no esté embarazada

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